El pasado 20 de mayo, Félix Alvarado fue nombrado el nuevo líder del Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda (Micivi). Alvarado fue nombrado por el presidente Arévalo para sustituir a Jazmín de la Vega, quien fue removida del cargo tras 124 días de gestión por supuestamente haber incumplido instrucciones de presidencia.

 

Felix Alvarado es médico de profesión, pero en su carrera profesional se ha enfocado en temas de desarrollo social y fortalecimiento institucional en el sector educativo. También fue uno de los miembros fundadores del partido político Movimiento Semilla (actualmente suspendido). Alvarado expresó estar recibiendo una cartera en muy mal estado y “ahogado en compromisos”.

 

Lo cierto es que, no importa cuántos ministros pasen por el Micivi, tampoco importa su profesión, currículum o experiencia; si no hacemos modificaciones profundas al sistema y cambiamos el sistema de contratación de infraestructura vial, seguiremos tropezando con la misma piedra: un diseño institucional inoperante. Podríamos nombrar a un superhéroe como ministro y el resultado sería el mismo porque importa más el diseño institucional que las cualidades individuales. Por eso es imperativo implementar reformas profundas en los procesos de licitación y ejecución de proyectos para asegurar transparencia, eficiencia y resultados tangibles, todo en beneficio de la ciudadanía. En ese sentido, la aprobación de la Ley de Infraestructura Vial (Iniciativa 5431) es fundamental y urgente.

 

Esta ley tiene como meta la construcción de 40 mil kilómetros nuevos de infraestructura vial en los próximos 20 años. Lo más importante de esta propuesta es la alineación de intereses ya que, sin implicar una privatización, engloba  el diseño, construcción y operación (incluyendo mantenimiento) de las carreteras. Esto reduce considerablemente las oportunidades de corrupción. No obstante, la iniciativa lleva estancada en el Congreso desde hace seis años. Esta semana, nuestros diputados iban a retomar su discusión, pero muchos de ellos decidieron romper quórum e ignorar la urgencia de este tema.

 

 

En Guatemala el estado de la infraestructura es lamentable. La CA-2 Occidente, el libramiento de Chimaltenango, el paso a desnivel de la calzada Roosevelty un sinfín de carreteras son tan solo algunos ejemplos de obras públicas de nuestro país que se encuentran inconclusas, suspendidas o en un estado deplorable. Estas “obras” no solo reflejan el mal estado de la infraestructura de nuestro país, sino también la falta de planificación, inversión y mantenimiento adecuados por parte de las autoridades. La cartera del Micivi presenta una ejecución de tan solo el 12 por ciento a mayo. No es cuestión de disponibilidad de recursos tanto como es la capacidad de ejecución y las normas asociadas a dicha ejecución. Todo ello nos llama a actuar con sentido de urgencia.

 

Carreteras pueden ser resistentes al clima desde antes de ser construidas

 

Los ciudadanos sufrimos día con día las secuelas de esta carencia abismal de infraestructura. Pasamos interminables horas en un tráfico diario que incrementa sin una solución real a la vista. Los camiones repartidores reducen las distancias que pueden atender en un día, incrementando los costos para transportar alimentos, medicamentos y otros insumos básicos. La reparación de los vehículos incrementa pues ningún fabricante de automóviles anticipó que sus productos transitarían carreteras cuyo aspecto se asemeja a la superficie de la luna. Palpamos la falta de oportunidades laborales aunque quizás no acabamos de atar cabos que esos empleos no llegan porque no hay carreteras que los abiliten.

 

La situación actual de nuestra infraestructura evidencia una falta de compromiso con el desarrollo y bienestar de la ciudadanía. El estado de nuestra red vial afecta negativamente nuestra movilidad, nuestros tiempos de traslado, el crecimiento de nuestra economía y nuestra calidad de vida. Hoy el 60 por ciento de nuestra red vial es de tierra, y apenas contamos con un metro de red vial por habitante. En tres décadas, nuestra red vial apenas ha crecido 201 km por año, cuando la meta debería ser crecer 2,000 km por año.

 

No podemos seguir con nuestro sistema de infraestructura en crisis, esperando a que nuestros diputados tomen este tema en serio. No podemos seguir viendo desfilar a ministro tras ministro en el Micivi sin que ocurra un verdadero cambio. Guatemala no puede continuar desconectada. Necesitamos activarnos como ciudadanía, acudir directamente a nuestros diputados y exigirles su compromiso. Debemos hacerles ver el deplorable estado de las carreteras en nuestro país y las graves consecuencias que esto conlleva. No podemos permitir que pase otra legislatura más, otro ministro más, sin acción concreta, profunda y efectiva.