Se estima que en Estados Unidos hay alrededor de 3 millones de guatemaltecos. Ellos, a pesar de estar lejos, sostienen la economía de nuestro país. ¿Cómo? Con sus remesas. Gracias al sudor de su trabajo, nuestros compatriotas envían $19,800 millones año tras año, lo cual representa 20 por ciento del nuestro PIB. Preocupa que somos muy buenos para enviar a nuestros connacionales a trabajar al otro lado de la frontera, pero no logramos levantar nuestra economía.

 

Nuestro comercio exterior se contrajo de manera precipitosa en el 2023. En gran parte debido a la disminución de los intercambios con nuestro mayor socio comercial, Estados Unidos Las exportaciones e importaciones cayeron -9,3 por ciento y -5,6 por ciento, respectivamente. La exportación de varios de nuestros productos estrella se ha venido para abajo, principalmente del sector textil y agropecuario. Nos debe preocupar que nuestras ventas vienen en acelerado decrecimiento, por nuestra falta de competitividad. Por otro lado, en cuanto a las importaciones, preocupa de sobremanera que aún dependamos mucho de Estados Unidos, tanto en productos “sofisticados” como en otros. Por ejemplo, dependemos casi al 100 por ciento de las importaciones de gasolina de Estados Unidos.

 

Esta contracción gradual es algo que nos debe de despertar una gran preocupación. Esto no es sostenible como país. Cada vez somos menos productivos, y nos rehusamos a tomar la medicina que nos librará de esta enfermedad. Según el Índice de Global de Facilitación Comercial del Foro Económico Mundial, Guatemala tuvo un puntaje de 4.3/7. Según este índice, Guatemala enfrenta fuertes problemáticas para importar y exportar, desde corrupción en las fronteras, robo, bajos estándares técnicos, altos costos por demoras en transporte interno debido al mal estado de las carreteras, congestión de puertos, entre otros. Por otro lado, a Guatemala tampoco le ha ido muy bien en el Índice de Competitividad Global, esta herramienta del Foro Económico Mundial busca identificar y comparar la capacidad para proveer oportunidades de desarrollo económico a los ciudadanos de un país. En la última evaluación ocupamos el puesto 98 de 141.

 

Como país, considero que está claro lo que hay que hacer para curarnos de las enfermedades que tenemos. Podemos y debemos ser un destino de inversión extranjera, pero, para ello, tenemos que transformar a Guatemala en un destino atractivo para dicha inversión. Uno de los principales temas que ahuyenta esa inversión extranjera, es el deplorable estado de nuestra infraestructura vial. Por ello, una de las medicinas que urge que tomemos es la Ley 5431 de “Infraestructura Vial”. Su aprobación es urgente.

 

Está de más decir que, en las últimas semanas, todos hemos sufrido el deplorable estado de nuestras carreteras. Las constantes lluvias solo han venido a agravar la situación, provocando más daños y dificultando el tránsito, lo que afecta tanto a la economía como a la vida cotidiana de los ciudadanos. La iniciativa 5431 atiende los retos de contratación de infraestructura vial, a la velocidad y escala que nuestro país requiere. Ello nos permitiría construir y mantener nuestra red de carreteras. Recordemos que, como mínimo, Guatemala debería construir 2000 km de red vial anuales. Para ello, y según estadísticas del BID, se estima que debemos invertir al menos 3.12 por ciento del PIB durante los próximos 10 años. Sin embargo, apenas invertimos 1.8 por ciento del PIB lo que, a todas luces, es insuficiente.

 

Urge tomar medidas concretas para revertir esta tendencia y mejorar la competitividad del país. En ese sentido, la aprobación de la Ley 5431 de “Infraestructura Vial” es un paso crucial en el mejoramiento de nuestra imagen y competitividad como país. Al invertir en infraestructura, no solo mejoraríamos la calidad de vida de los ciudadanos, sino que también atraeríamos más inversiones y fomentaríamos el desarrollo económico. Además, esto permitiría mejorar las condiciones de nuestra nación y permitirles a todos los guatemaltecos desarrollarse en la nación que les vio nacer.

 

Nos debe preocupar (y mucho) que cada vez somos menos productivos en los mercados globales. En lugar de sobresalir, crecer y alcanzar todo nuestro potencial como nación, parece que nos evaporamos poco a poco. Primero debemos reconocer la gran enfermedad que sufrimos como nación, y tenemos que decidir hacer algo al respecto. ¿Estamos claros cuáles son esas medicinas que van a curar nuestros males?