En horas de la mañana de ayer, en el distinguido Salón del Pueblo de nuestro Congreso de la República, la Comisión de Actualización y Modernización Electoral (Came) presentó las propuestas de reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP). Este es un tema de vital importancia para asegurar el funcionamiento de nuestra democracia. Por esa misma razón, ayer por la tarde, Guatemala Visible llevó a cabo el foro “¿Cómo lograr reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos?”, y así poder entablar una conversación de fondo al respecto.

 

“Sin partidos políticos, no puede haber democracia”, así lo expresó la licenciada Blanca Alfaro, magistrada presidenta del Tribunal Supremo Electoral de Guatemala durante la entrega oficial de su propuesta de ley. La licda. Alfaro tiene razón, el fortalecimiento de los partidos políticos y, por consiguiente, de la LEPP, es fundamental para nuestro Estado de Derecho y democracia. No obstante, las reformas a dicha ley deben ser analizadas minuciosamente, para asegurar el fortalecimiento y funcionamiento de nuestra democracia.

 

Es importante reconocer que hay aspectos del sistema electoral guatemalteco que no deben ser modificados. El modelo descentralizado y basado en el servicio cívico de ciudadanos voluntarios es una garantía fundamental para la integridad del proceso electoral. Asimismo, la transparencia y seguridad de la ruta de papel deben ser preservadas como elementos esenciales de la confiabilidad del sistema. Ciertamente la propuesta que la licenciada Alfaro presentó ayer muestra algunos aciertos en ese sentido ya que no toca ese modelo descentralizado ni ningún aspecto de la seguridad del papel.

 

Sin embargo, dicha propuesta perpetúa una serie de vicios, además de introducir algunos nuevos. Desafortunadamente incluye una serie de aspectos negativos a los que tenemos que prestar muchísima atención. Me detendré en algunas de las reformas más críticas y controversiales.

 

La primera es sobre el voto nulo. La propuesta mantiene el voto nulo, lo que genera una tercera vuelta electoral. Esto provoca un gran espacio de tiempo entre la votación y que tome posesión el partido electo. Necesitamos reevaluar, ya que el plazo de seis meses es demasiado largo, tanto para el presidente entrante, como para el saliente, lo mismo aplica para las alcaldías. Es más, ya sufrimos las consecuencias de un gran período de transición recientemente.

 

El segundo punto es respecto al sistema de elección de listas de diputados. La propuesta planteada es inservible. Quiere quedar bien con todo mundo, trata de crear listados abiertos a diputaciones, pero solo en las diputaciones distritales y no en el listado nacional. Además, la propuesta incluye equidad de género y representatividad étnica. La propuesta no explica cómo funcionaría este tema, por ejemplo, ¿qué pasa si hay más de una etnia en un área? ¿se debe intercalar en el listado un representante por cada etnia y de cada género? ¿qué pasa si dichas personas no están preparadas para este puesto? Debemos entender y reconocer que este tipo de medidas genera una serie de inconvenientes.

 

En ese río revuelto, el que sale ganando, es el que arma la lista. Lejos de empoderar a la ciudadanía para que puedan escoger sus representantes según sus propias preferencias ideológicas (de género o de etnia), al único que se le dio más poder es al que arma la lista.

 

Si bien este tipo de estrategia vela por la representatividad, hay múltiples estudios que indican que reduce satisfacción del votante. Las cuotas de género han sido implementadas en varios países como India, Zambia, Suecia y Bélgica, con el objetivo de aumentar la representación femenina en la política. Si bien han demostrado incrementar la presencia de mujeres en legislaturas, persisten debates sobre su impacto en la meritocracia. La investigación empírica ofrece perspectivas mixtas, destacando la importancia del diseño y la implementación específica de estas políticas. En Zambia, por ejemplo, para los votantes es más importante conocer a fondo a qué partido está afiliado un candidato y sus inclinaciones ideológicas, que el hecho si es hombre o mujer. Existen cuestionamientos sobre si las cuotas promueven una verdadera igualdad de género o simplemente una representación numérica. Muchos argumentan que algunas mujeres solo son electas “por la cuota” y le quitan el espacio a un hombre con mejores méritos o capacidad. Además, esta propuesta de cuotas de género es incompatible con la propuesta de listados abiertos.

 

Además de ello, debemos ser muy críticos en la propuesta en cuanto a otra serie de temas. Uno de ellos es el del financiamiento electoral. En este sentido, es imperativo revisar las disposiciones que desincentivan el financiamiento privado legítimo. La inclusión de conceptos como “personas relacionadas” ha generado un ambiente de incertidumbre y desconfianza, y abre la puerta a la influencia indebida, incluso del crimen organizado. Es vital facilitar y regular el financiamiento privado de manera transparente, eliminando trabas innecesarias que solo obstaculizan el proceso democrático.

 

Otro punto de discusión crucial es el papel de la unidad de medios del Tribunal Supremo Electoral. La complejidad y el alcance de esta tarea, especialmente en lo que respecta a las redes sociales, plantea desafíos significativos. Es necesario revisar esta función para garantizar que sea efectiva y viable en la era digital.

 

Por último, las restricciones a la campaña anticipada deben ser revisadas. En una sociedad democrática, es fundamental el intercambio de ideas y el conocimiento profundo de los candidatos y sus propuestas. Restringir estas actividades solo limita el acceso a la información y la participación ciudadana.

 

Estamos en el momento adecuado para fortalecer la LEPP. No nos podemos dar el lujo de continuar con una LEPP como la que tenemos ahora. Lamentablemente, se desaprovechó la Came para acopiar los insumos de la ciudadanía, pero ahora quedará en manos del Congreso la redacción que corrija los errores de la LEPP actual.

 

La ausencia de una actualización de la LEPP durante las elecciones de 2023 ha perpetuado los vicios arraigados desde su creación en 2016. La decepcionante experiencia electoral de 2019 ya puso de manifiesto las deficiencias de esta ley, y lamentablemente, la situación se repitió en 2023. Es crucial evitar que este ciclo se repita en futuras elecciones, pero también debemos tener cuidado de no introducir nuevos problemas que puedan afectar negativamente los comicios de 2027 y más allá.