El futuro ya llegó. Hoy estamos a las puertas de la siguiente revolución económica. Hace 10,000 años se dio la revolución agrícola, y pasamos de depender por completo de la agricultura a empezar a domesticar animales. En el siglo 16 se dio la revolución comercial, particularmente en Europa, impulsada por el crecimiento en comercio y servicios transfronterizos. Luego llegó la revolución industrial, durante los siglos 18 y 19, y fueron introduciéndose tecnologías de mecanización de procesos y especialización de labores. La revolución informática se dio a finales del siglo 20 con la llegada de la tecnología del Internet. Y hoy ya llegó la siguiente revolución económica con el desarrollo acelerado de las tecnologías de inteligencia artificial. Es interesante ver cómo los tiempos se comprimen en materia de desarrollo tecnológico.
Todo esto me hizo recordar un programa de la televisión que se estrenó en 1962, “Los Supersónicos”. Esta caricatura nos apantalló con imágenes de un futuro moderno y digital. Allí mirábamos cómo supuestamente una familia del año 2062 vivía su día a día, comunicándose a través de pantallas, utilizando tableros táctiles, transportándose en sus carros voladores, dialogando con robots, etcétera. Todo lo que salía en el show aparentaba ser algo muy lejano. Pero aquí estamos, casi 40 años antes de la fecha prevista, y Alexa nos contesta nuestros mensajes auditivos, Roomba nos limpia los pisos, nuestros teléfonos inteligentes nos permiten hacer muchas cosas y las pantallas táctiles nos mantienen comunicados. Prácticamente casi todas las tecnologías que aparecían en “Los Supersónicos” ya son una realidad.
Esto significa que nos tenemos que preparar. Tenemos que estar listos para vivir en ese futuro moderno, como el de “Los Supersónicos”, que hoy ya nos alcanzó. Por ello es sumamente importante que trabajemos en conjunto para lograr llevar tecnología a todos los rincones de nuestra nación. Tenemos que dotar a nuestros niños de esas habilidades tecnológicas que les permitirán ser alfabetos digitales para así, salir adelante.
Ayer Zunil, Quetzaltenango, se sumó a la lista de municipios digitales que la Fundación Sergio Paiz Andrade (Funsepa) ha impulsado en nuestro país. Municipios con tecnología en todas sus escuelas públicas, con el fin de catapultar el potencial de todos los estudiantes. Zunil se ha convertido en el séptimo municipio digital de Guatemala gracias al apoyo del Ministerio de Educación, InterBanco y la municipalidad de Zunil.
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A lo largo de 18 años, Funsepa ha trabajado para lograr una Guatemala más desarrollada para todos, a través del uso innovador de la tecnología. En Funsepa estamos convencidos que la educación es fundamental para el desarrollo de Guatemala como nación, pero también en el desarrollo individual de los guatemaltecos. La tecnología nos permite acelerar los procesos de aprendizaje y abre la mente a todo un mundo de posibilidades. A través de la tecnología, nuestros niños y jóvenes descubren que su potencial no tiene límites y que pueden alcanzar todo lo que se propongan.
Guatemala no se puede quedar atrás. Hoy tenemos que ejecutar los cambios que necesita nuestro modelo educativo y darles a nuestros niños guatemaltecos una educación digna del siglo XXI. Hoy tenemos que llevar las herramientas tecnológicas a las manos de los estudiantes guatemaltecos, para que puedan tener experiencias de aprendizaje transformadoras y así puedan transformar su vida.
Bravo a las autoridades de este municipio por darle a los habitantes de Zunil la oportunidad de explorar el mundo de la tecnología. Bravo InterBanco por creer en el potencial de los niños e invertir en ellos. Bravo, Ministerio de Educación, por trabajar por el bienestar y desarrollo de los niños de Zunil.
Celebremos este gran logro. La llegada de la tecnología a las doce escuelas de Zunil romperá esquemas y le abrirá la mente hacia todo un mundo de posibilidades. Pero tenemos que seguir trabajando para frenar esa creciente brecha educativa y de acceso a tecnología. Necesitamos que la tecnología en nuestras aulas sea algo tan imprescindible como un lápiz o un libro. Ese debería ser el verdadero cambio.