El sistema educativo de Guatemala no está generando las competencias que el mundo laboral de hoy exige. Si queremos terminar con el círculo vicioso de la pobreza, tenemos que cambiar nuestro sistema educativo. Esto particularmente a las vísperas de los encierros del Covid-19, que dejó a muchos estudiantes totalmente rezagados en su aprendizaje y que, eventualmente, nos pasará una factura muy cara.

 

La iniciativa de “Guatemala No Se Detiene” identificó el inglés y el uso de las TIC como las dos competencias más importantes que los jóvenes deben adquirir, para lograr una vinculación laboral efectiva. Ello con el objetivo de evitar la migración ilegal, su involucramiento en actividades delictivas y el incremento de los niveles de pobreza en nuestra población. En ese sentido, la iniciativa 6001, Ley de Desarrollo de Competencias para el Empleo Formal, busca transformar la educación de los jóvenes de básicos y diversificado.

Señalamientos por campaña paralizan aprobación de ley

 

Año tras año, cerca de 150,000 jóvenes egresan del nivel diversificado, pero estos jóvenes no salen lo suficientemente preparados para ingresar al mundo laboral. Pero, además, cada año 364,000 jóvenes cumplen la mayoría de edad. El sector privado apenas genera un aproximado de 20,000 empleados. Ante este panorama, muchos deciden migrar de manera ilegal, en búsqueda de mejores oportunidades, otros sucumben en actividades criminales y muchos caen en situación de pobreza. Existe una brecha gigante que atender: por cada uno que logra colocarse en un empleo formal, 17 de ellos no logran esa oportunidad y permanecen desempleados.

 

Por ello, esta la ley busca implementar el aprendizaje y formación de competencias en las áreas de tecnologías de la información y comunicaciones, tecnologías de aprendizaje y conocimiento, tecnologías de empoderamiento e idiomas extranjeros, y así cambiar esta situación. ¿Cómo? De dos maneras: (i) reformar el Currículum Nacional Base de nivel medio, para incluir el aprendizaje de idiomas y TIC, y (ii) asignar fondos a estudiantes y docentes, para que puedan obtener equipo tecnológico y conectividad.

 

El martes de esta semana se tenía prevista la aprobación final de esta ley en tercer debate, pero no sucedió. Sin duda, esta iniciativa está dentro de una lógica de alto beneficio para la población estudiantil a nivel diversificado, pero presenta aspectos que merecen ser ajustados para que la ley funcione correctamente. La principal observación es que, el hecho que hacer transferencias directas a padres y docentes para la adquisición de equipo tecnológico, no contempla mecanismos de control, transparencia ni fiscalización. Sin embargo, en los curules del Congreso ya circulaba la solución a ese tema: utilizar un mecanismo de vales en lugar de transferencias monetarias. El uso de vales sí permitiría esa fiscalización y esa transparencia. Con esta enmienda, pareciera que serían atendidas las críticas y razones de su falta de aprobación por parte de algunos notorios diputados. Ojalá que se puedan incorporar estas enmiendas y, con ello, los diputados detractores se puedan sumar a bordo para apoyar una iniciativa loable como esta. Ojalá no se politice en detrimento de estos jóvenes que podrían ser beneficiados.

 

Sin duda, me emociona pensar que en Guatemala puede llegar el día en que todos los niños y jóvenes tengan acceso a herramientas tecnológicas que les permita transformar la manera en que aprenden. El objeto de esta ley busca transformar nuestro país. Sus objetivos se alinean con la búsqueda de la mejora del capital humano guatemalteco. Sin duda, esta ley es una gran oportunidad para el país, pero debe ser modificada. Ante todo, debe incluir elementos de fiscalización para que su objeto se cumpla, para garantizar el aprovechamiento de estos recursos y para velar por el beneficio de nuestros niños y jóvenes. Estimados diputados, por favor, no estropeemos buenos y loables esfuerzos. Los guatemaltecos necesitamos que se unan para aprobar esta iniciativa. Las soluciones existen, no pongamos trabas, trabajemos en conjunto para lograr los cambios que se necesitan. Todo sea, por el bien de nuestro país.