Admiro muchísimo las historias de perseverancia y lucha de maestros de nuestro país que he conocido. Docentes que atraviesan montañas, barrancos, lagos y ríos para poder atender a un grupo de niños. Docentes que con pocos recursos, logran grandes cosas. Docentes que se esfuerzan de sobremanera para poder brindarle a sus estudiantes la mejor educación posible.

 

Por eso mismo, estoy totalmente de acuerdo con que urge dignificar la profesión docente. Urge darles incentivos para que mejoren su rendimiento, urge dotarlos de herramientas que les facilite su labor diaria, urge ofrecerles condiciones laborales dignas y urge asegurar que todos los docentes cumplan con las condiciones mínimas de desempeño. En ningún momento cuestiono tal dignificación. Todos queremos mejores maestros y por supuesto que eso incluye asegurar una remuneración competitiva en relación al mercado laboral guatemalteco. Pero tal remuneración es tan solo un elemento del proceso integral de dignificación.

 

Hace unos días la Gran Campaña Nacional por la Educación y Empresarios por la Educación, con el apoyo de Mejoremos Guate, llevaron a cabo un foro para dialogar sobre la situación del secretivo pacto colectivo que el Ministerio de Educación estaría negociando con el gremio magisterial. De esta manera se analizó su impacto financiero y su situación legal.

 

En cuanto el primer punto, este pacto se centra en un aumento salarial lo cual no necesariamente impactará positivamente en la educación. Los compromisos del pacto incluyen muchos costos que no son calculables debido a su variabilidad (pago por enfermedad, suspensión de trabajadores, entre otros). Además, la solicitud de ampliación presupuestaria realizada al Congreso se basa en la estimación de una mayor recaudación tributaria. Sin embargo, aún si esto se logrará, estos recursos no serían destinados exclusivamente al Mineduc, sino que serían repartidos en diversas instituciones de acuerdo a la ley. Por otro lado, es importante resaltar que, legalmente, se debe corroborar si la firma de este pacto no falta a algún procedimiento legal, ya que los firmantes son únicamente el Mineduc y el Sindicato. Todas estas reflexiones me parecen importantes, pero la conclusión más relevante del foro fue que este pacto no permite transformar el sistema hacia un modelo basado en méritos ni se centra en los estudiantes. No obstante, nada está escrito en piedra. Aún estamos a tiempo para migrar hacia un nuevo pacto.

 

Recordemos que hoy el salario docente depende de dos variables: (i) la antigüedad en el puesto y (ii) el resultado acumulado de las negociaciones históricas entre el magisterio y los gobiernos de turno. Por eso es fundamental que, en la construcción de una nueva política nacional educativa, o un nuevo pacto por la educación, se evalúe la inclusión de ciertas variables tales como el desempeño en el aula, asistencia, competencias actualizadas demostradas, títulos universitarios, otras certificaciones, el nivel salarial de posiciones similares en Guatemala. ¿Dónde están siendo tomadas en cuenta estas consideraciones? Hoy parecen ser ignoradas por completo.

 

Como una alternativa al actual esquema de negociación estéril, en el foro también se discutieron los elementos de un nuevo pacto que transforme todo nuestro sistema. Recordemos que este pacto es una oportunidad para incorporar factores adicionales que podrían incidir en la calidad educativa, tales como la incorporación de meritocracia en políticas docentes, el fomento del diálogo público para analizar los elementos del pacto, entre otros.

 

Me parece sumamente constructivo que se abran este tipo de espacios para que participen todos los sectores y actores involucrados. Es importante que eliminemos las barreras y prejuicios que existen entre nosotros, para así formar alianzas y llegar a acuerdos. Este espacio sirvió para reafirmar la necesidad de encontrar consensos y establecer un diálogo permanente que nos permita definir un rumbo de largo plazo para mejorar la educación. En este foro se hizo muy evidente que todos comprendemos que necesitamos de un pacto integral para poder alcanzar los niveles de aprendizaje que buscamos en nuestros niños y jóvenes. Entonces, ¿qué toca ahora? Todos nos debemos involucrar en esta discusión. Todos debemos vigilar que los recursos destinados a la educación no sean derrochados. Todos debemos velar porque logremos alcanzar un pacto con propósito.