Desde hace varias semanas observo con preocupación como ciertos medios de comunicación se han empeñado en crear toda una red de suposiciones que, según ellos, afirman y prueban todo tipo de teorías de conspiración. Una de esas es que el sector empresarial está enfrentado contra el MP y la CICIG. Otra reciente, es la acusación a Jóvenes X Guatemala, según estos medios dicen, culpables de ir en contra de la justicia por haber omitido su apoyo a la Fiscal General en un solo día. Y la lista sigue, incluyendo el uso de los recursos que provienen de la ayuda internacional.

 

Conspirar, del latín conspirāre, formado por el prefijo “con”, que significa “unión” o “juntos”, y el verbo “spirāre”, o sea “respirar” o “aspirar”. Por tanto, conspirar literalmente significa “los que respiran juntos” o “respirar unidos”, en relación a aquellas personas que tienen la aspiración conjunta para confabular en contra de algo o alguien. Las teorías conspirativas han rondado el mundo desde hace siglos, desde la reinterpretación de hechos históricos hasta la negación de la llegada la Luna. En Guatemala, el chisme y el chambre se han convertido en nuestro deporte favorito, por lo que las teorías de conspiración abundan.

 

Estos periodistas se han dedicado a usar ciertas prácticas dudosas como los “chismógrafos” o “conectar los puntos”, para armar toda una red de información sin fundamento. Por supuesto que parte del problema es que a los guatemaltecos nos encanta el chambre y las especulaciones. Pero estos “investigadores” parecen haber olvidado que “conectar los puntos” supone reunir toda la información pertinente que se encuentra dispersa en distintos lugares para tener la imagen completa de lo que se está buscando. Es muy fácil conectar un número limitado de puntos para que la figura que emerja sea una estrella, un círculo o un cuadrado; en otras palabras, quien numera los puntos y los conecta antojadizamente para el lector, dibuja una figura que puede o no coincidir con la realidad.

 

Afirmaciones como estas, donde el sector privado no le interesa la justicia, caen en lo absurdo. Parecen ignorar que la propiedad privada es una ficción del Derecho y el futuro de todo negocio lícito en nuestro país depende del fortalecimiento de nuestro Estado de Derecho. Además, se ignora burdamente la evidencia de apoyo al trabajo del MP y la CICIG en materia anti-corrupción, como se ve claramente en repetidos comunicados de prensa, eventos de apoyo y reconocimientos públicos, entre otros.

 

Como sociedad, debemos exigir un periodismo de altura y no basado en chambres. Debemos exigir que el MP actúe de oficio para confrontar los hechos con la justicia. Debemos ser mucho más cuidadosos con los ataques infundados. Las teorías de la violencia nos dicen que los ataques verbales son predecesores que pueden escalar a convertirse en violencia física. Si queremos una sociedad en paz, no nos dediquemos a atacar. Utilicemos esas mismas energías para proponer, o bien sugerir mejoras a las propuestas de otros, pero no atacar ni señalar por señalar. En todo caso, es la justicia quien debe actuar si alguien está violando la ley.

 

Celebro el verdadero periodismo investigativo, aquel que saca a la luz hechos y acciones ilegales. Pero me preocupa el periodismo conspirativo, aquél que solo continua reciclando un fiambre de estereotipos condimentado con algún insumo del día para darle sazón. ¿Para qué unirse a confabular en contra de alguien, en lugar de construir una mejor nación?