Hace algunas semanas, la creatividad de 10 docentes y un director educativo fueron premiadas durante la décima entrega del Premio Maestro 100 Puntos. Carmen Arreola, Víctor Chocoj, Marcela Fernández, Ericka Hernández, José Carlos Istamul, Sergio Jiménez, Blandina Perdomo, Dora Ramírez, Livi Requena, Efraín Rosales y Juan José Coyoy, demostraron tener una visión diferente de la educación. Ellos lograron implementar proyectos diferentes y transformadores, que han tenido una incidencia positiva en el aprendizaje real de los alumnos.

 

Los proyectos reconocidos son bastante polifacéticos. Entre ellos encontramos un centro de recursos tecnológicos donde se desarrollan procesos de inclusión con tecnología para ayudar a alumnos con alguna discapacidad; un “mercadito”, donde niños de primero primaria aprenden las consonantes y refuerzan sus conocimientos matemáticos; y la representación teatral de los grandes clásicos de la literatura por niños pequeños de primaria. Estas prácticas docentes, no solo demuestran la gran creatividad que muchos maestros tienen, sino también su compromiso por alcanzar una Guatemala mejor.

 

Este 2015 nuestro país ha roto paradigmas y ha obtenido grandes logros. Pero aún tenemos mucho por hacer, y la educación es un pilar fundamental que debemos mejorar con sentido de urgencia. Recientemente Empresarios por la Educación definió doce prioridades de acción para mejorar en esta materia. Las primeras tres se refieren al fortalecimiento de la profesión docente. Esto no nos debe de sorprender. El maestro es la pieza clave para que nuestros niños tengan un mejor futuro. Jeffrey Puryear, académico e investigador, lo explica así: “un gran profesor marca una enorme diferencia en el rendimiento escolar”. Por tanto, sin docentes bien formados y comprometidos con la importante labor de educar, difícilmente tendremos un país mejor y más educado.

 

Por eso, me parece valioso el hecho que se reconozcan las buenas prácticas docentes. Esto, además de motivarlos a continuar por este camino, promueve experiencias positivas que pueden servir de inspiración para otros. Pero más allá de rescatar una labor bien hecha, me parece importante que todos los guatemaltecos expresemos nuestra gratitud por el trabajo trascendental que estos maestros realizan día con día.

 

Los chapines tenemos la pésima costumbre de quejarnos por todo. Nos encanta echar sal a nuestras propias heridas, en lugar de buscar formas de cómo poder sanarlas. He sido testigo de cómo muchos se quejan de que las escuelas públicas “no sirven”, que el MINEDUC “no hace bien su trabajo”, que los maestros “no enseñan bien”. Pero ¿qué logramos la queja es todo lo que hacemos? Nuestro sistema enfrenta un sinfín de obstáculos, y todos somos responsables de su mejoramiento. El cambio lo podemos arrancar nosotros mismos con el simple gesto de ser agradecidos con quienes hacen una buena labor.

 

¡Un aplauso a aquellos que se atreven a ir un paso más allá! Demos las gracias a estos educadores, no solo por estas invaluables propuestas sino por tener la voluntad de querer cambiar el futuro de nuestros niños y niñas. No demos por hecho la gran fortuna que es tener un buen maestro. Mas bien, unámonos a ese esfuerzo por reconocer sus buenas prácticas y por inspirar la innovación en el aula. Los maestros 100 puntos han logrado mejoras considerables en sus escuelas y han abierto el camino de oportunidades para sus alumnos. Que estos once docentes, con su entrega y dedicación, sean ejemplo para todos nosotros en la búsqueda de un mejor mañana.