Esta es la segunda columna dedicada a profundizar sobre las lecciones presentadas en el documento académico “¿Qué puede aprender Latinoamérica de la evaluación rigurosa de políticas públicas educativas de impacto?”.

Muchos padres de familia, particularmente aquellos de escasos recursos, carecen de la información relevante para desarrollar las habilidades y maximizar las posibilidades de éxito de sus hijos. El estudio muestra cómo se puede incidir en el aprendizaje real a través de la educación de los padres y sugiere tres tipos de intervenciones: (i) informar sobre la calidad de cada escuela, (ii) ofrecer prácticas de estimulación apropiadas para la etapa de desarrollo de sus hijos, y (iii) cuantificar el retorno económico de los años adicionales de educación en los ingresos esperados futuros.

Estudios en Pakistán y Brasil demuestran cómo ofrecer una calificación de cada establecimiento educativo aumenta los resultados en el aprendizaje. La explicación, en parte, se debe a la sana competencia que se genera entre establecimientos y a la capacidad de los padres por exigir mejoras cuantitativas o por decidir cambiar a sus hijos de escuela.

En Guatemala existe una iniciativa del Ministerio de Educación por proveer mayor información sobre cada establecimiento educativo. Se denomina el “Mural  de transparencia” y ofrece estadísticas de las escuelas del sector público. Esta herramienta le permite a la comunidad educativa conocer los programas que cada escuela implementa, los recursos (económicos, materiales y humanos) asignados por el Ministerio de Educación y diferentes tipos de programas de apoyo (alimentación escolar, útiles, gratuidad, etc.). Quizás lo más importante es que nos permite empezar a evaluar los resultados en las pruebas estandarizadas de Matemáticas y Lectura a nivel escolar.

Otro estudio en Jamaica demostró como el enseñarle a las madres a interactuar y jugar con sus hijos en una forma que desarrolle sus habilidades psicomotoras, cognitivas e interpersonales incrementó los ingresos del grupo de estudio en 25%. Quizás lo más interesante y aplicable de este caso en particular para Guatemala, dadas nuestras altas tasas de desnutrición crónica, es el que ese estímulo se hizo con niños cuyo crecimiento se vio atrofiado y que los mismos prácticamente alcanzaron a sus pares no afectados a lo largo de 20 años.

Finalmente, también es importante que los padres de familia puedan cuantificar el beneficio económico que la educación le podría generar a sus hijos. Existen muchas razones por las cuales las familias deciden no enviar a sus hijos a la escuela. Una razón importante es el costo total de la asistencia, definiendo costo no solo como el gasto escolar sino también el costo de oportunidad de los ingresos que ese niño podría empezar a percibir hoy. Quizás al demostrar el potencial generador de ingresos futuros cada vez más padres opten por mantener a sus hijos en la escuela. Esta intervención, aunque efectiva en la reducción de abandono escolar, no incidió en mejorar los resultados académicos.

Me parece que debemos de matizar los anteriores resultados en tres sentidos. Primero, que algunos de los resultados fueron más visibles en establecimientos privados en lugar de los públicos. Allí quizás el aprendizaje es que los resultados no cambiarán si no se dan cambios reales en el desempeño del maestro en el aula y, por consiguiente, en la experiencia cotidiana de los niños en las escuelas. El segundo matiz es el tema de los costos de cada intervención. Aunque se demuestra un impacto estadísticamente significativo, no se permite una comparación de retorno sobre cada quetzal invertido. Tercero, es que no se contempla el rol de los padres como actores dentro del funcionamiento de las escuelas ni de su rol en la fiscalización de las mismas.

Guatemala tiene mucho que aprender de estas tres prácticas enfocadas hacia los padres de familia y que demuestran una incidencia efectiva en las variables educativas de los hijos. La educación de los hijos sucede tanto en casa como en la escuela y, como padres, tenemos una responsabilidad importante que asumir en el mejoramiento de la educación de nuestros sucesores.