Ya no es vida pasar nuestros días agobiados por el insoportable tráfico. Ya no es vida perder nuestro preciado y limitado tiempo mientras tratamos llegar a nuestro destino. Sigue sin haber una solución en el horizonte para acabar con este problema. Lo peor es que no parece ser una prioridad para nuestras autoridades. Todo lo contrario, existe un cúmulo de “acciones” rezagadas por todos lados, pero no pasa nada. Urge que se cumplan las promesas. Urge implementar medidas audaces. Urge ver los resultados.

 

Distancias que antes recorríamos en 20 ó 30 minutos, ahora nos toman hasta tres horas. Es más, no existe un momento del día en que no haya tráfico. ¿Cómo explicar el crecimiento explosivo del tráfico en nuestro país? Es relativamente sencillo entender las causas. Quizás a partir de ese entendimiento podemos ser más efectivos en exigir y asegurar que nuestras autoridades prioricen soluciones audaces y efectivas.

 

Cada vez son más los vehículos que circulan por las calles de nuestra ciudad. Entre la Ciudad de Guatemala y las ciudades aledañas, habitamos cerca de 3 millones de personas. Se estima que cerca de un millón de ellas entran diariamente a la ciudad, y son alrededor de 1.2 millones de vehículos los que circulan las calles día a día. Pareciera que no existen polos alternos de desarrollo en el “interior” y que nos permitan descongestionar nuestra ciudad. Todo se concentra en el centro, causando caos, desorden y un colapso urbano que afecta nuestra calidad de vida.

Lo más alarmante es que, año con año, este problema de congestión se agrava de manera exponencial. En solo 10 años, el parque vehicular a nivel nacional ha aumentado un 111 por ciento, mientras las calles y carreteras no se construyen al ritmo necesario para sostener este crecimiento. Nuestra red vial crece a un promedio de 241 kilómetros anuales, salvo notorias excepciones como el año pasado en que, según el viceministro de Comunicaciones, no se construyó ni un solo metro adicional de nuevas carreteras. Esto contrasta con los más de 2,000 kilómetros anuales que debemos estar construyendo.

 


A nivel nacional, apenas contamos con 1 metro de red vial por habitante, y en el departamento de Guatemala, esta cifra se reduce a 0.25 metros. ¡Es inaudito! Las autoridades deben aprovechar la nueva Ley de Infraestructura Vial Prioritaria y los mecanismos de contratación allí incluidos para acelerar de manera dramática la construcción de nuevas carreteras. La crisis vial es tan grave que inclusive creo se debe estudiar el declarar un estado de calamidad y buscar mecanismos de compra transparentes, bajo una lógica de urgencia nacional.

¿Cómo entender el deterioro en el tráfico de Guatemala? Esto es como querer vaciar una piscina a través de una pajilla. Simplemente el ancho de la tubería es insuficiente para desfogar la cantidad de agua en la piscina. Lo mismo sucede con una red vial deteriorada y con capacidad de una pajilla donde ahora se debe desfogar del doble de vehículos. Nos lleva al actual e insoportable nivel de congestionamiento.

 

 

Para acabar de complicar el panorama, la pandemia vino a reducir la cantidad de transporte público disponible y provocó una transición a vehículos particulares. Se estima que se utilizan veinte veces los metros de carretera por cada persona que opta por un vehículo particular sobre un método de transporte colectivo. Para decirlo de otra manera, un solo bus transporta a todas las personas que viajan en automóvil equivalentes a llenar los 2 carriles de toda una cuadra de la zona 1. El uso de la superficie vial está siendo mal aprovechado debido a la dependencia de automóviles particulares, en lugar de priorizar el transporte colectivo. Es imprescindible aumentar significativamente la cantidad de transporte colectivo disponible. Aunque el año pasado se introdujeron nuevas unidades eléctricas, esto es insuficiente. La Municipalidad de Guatemala nos informa que la cantidad de unidades de transporte urbano incrementaron de 573 en 2023 a 781 en 2024. Esperemos que esa tasa de aumento continúe en el 2025.

En ciudades como Tokio o Nueva York, la mayoría de las personas se desplazan en metro, sin necesidad de utilizar vehículos privados, gracias a un sistema eficiente y accesible. Guatemala necesita soluciones audaces. Se requiere viabilizar la implementación del metro, una promesa que el mismo presidente Bernardo Arévalo mencionó en su discurso inaugural pero que, lamentablemente, parece haber quedado en el olvido. Es inaceptable que el proyecto del metro de la Línea Blanca se esté descartando. Es momento que nuestras autoridades se pongan a trabajar y encuentren el “cómo si” cumplir esta promesa.

 

Una vez se cuente con una oferta de transporte colectivo adecuada, es decir suficiente, eficiente y segura, se deben de evaluar medidas que desincentiven el uso del vehículo privado. Sé que no es una propuesta “popular” pero debemos considerar peajes especiales en horas pico o incrementos en los impuestos de circulación.

Finalmente, el flujo vehicular podría mejorarse a través de soluciones creativas, como la implementación de semáforos inteligentes. Sin embargo, esos semáforos exigen que seamos respetuosos a las normas de tránsito. Hoy nos da lo mismo si el semáforo es inteligente o no, puesto que los conductores optan por bloquear la intersección cuando se les da la gana. Una estrategia esencial para aliviar el congestionamiento es fomentar el respeto a las normas de tránsito. En ese sentido, se requiere masificar los mecanismos de cumplimiento y lograr consecuencias efectivas para aquellos que quieren pasarse de “listos”.

Solucionar esta situación es urgente, y no se resolverá por sí sola. No podemos seguir viviendo bajo estas condiciones ni postergar las acciones necesarias. Winston Churchill dijo que nunca se debe desaprovechar una buena crisis. Es fundamental que nuestro presidente, el alcalde de nuestra ciudad y los distintos actores, vean en esta crisis la oportunidad para liderar y ofrecer resultados concretos. Si bien no son directamente responsables de haberla creado, tienen la capacidad de liderar la ejecución de soluciones innovadoras que brinden un alivio real a la población.

Nuestra sanidad mental, nuestra capacidad de socializar, nuestro tiempo de ocio y los momentos preciados para estar en familia están siendo sacrificados día tras día. Y qué decir de la competitividad de nuestro país y la posibilidad de avanzar como nación. Todo está en juego. Cada hora perdida en el tráfico nos roba paz interior y calidad de vida. Esto no puede seguir siendo nuestra “normalidad”. Es momento de exigir soluciones y que se cumplan las promesas.