A pesar de los pesares, el gobierno de Bernardo Arévalo culminó su primer año. Este primer ciclo nos deja con sentimientos encontrados. Por un lado, la grata noticia de haber logrado ciertos avances (modestos, pero decididos), y por el otro la frustración de ver importantes proyectos totalmente paralizados. Es hora de analizar qué tanto hemos avanzado, qué tanto nos falta y, sobre todo, cómo convertir las buenas intenciones en resultados tangibles en beneficio de la ciudadanía.

 

“Si quieres cambiar la cultura, cambia la conversación. En lugar de preguntar: ¿Qué está mal?, pregunta: ¿Qué está funcionando y cómo podemos construir sobre ello?” (Dan Rockwell, coach de liderazgo y autor del blog “Leadership Freak”). Ciertamente nadie está cantando victoria ni intentando tapar el sol con un dedo, pero me parece justo reconocer las pequeñas mejoras en el camino, especialmente si queremos cambiar la cultura, construir sobre los logros, y acelerar el ritmo de los cambios positivos. Un ejemplo importante se encuentra en materia de seguridad, donde se han observado cambios favorables y sostenidos durante más de quince años.

 

Aunque internacionalmente Guatemala sigue siendo percibida como un país peligroso, los avances en seguridad no pueden pasarse por alto. En los últimos 15 años, la tasa de homicidios ha disminuido de manera histórica, pasando de 46.4 homicidios por cada 100 mil habitantes en 2009 a 16.1 por cada 100 mil en 2024. Esto representa una reducción del 65.3 por ciento. Como país, pasamos de ocupar el cuarto lugar como más violento a dejar de figurar entre los 20 más violentos durante el mismo período. Este logro, alcanzado en un contexto de múltiples desafíos, es algo histórico y un ejemplo de lo que se puede lograr cuando las políticas, su ejecución y el apoyo ciudadano se alinean detrás de un objetivo común.

 

Sin embargo, las extorsiones, uno de los crímenes que más ahogan la economía, siguen siendo un desafío. Según un estudio de la Cámara Guatemalteca de Alimentos y Bebidas, el 40 por ciento de las empresas de este sector fueron víctimas y se vieron obligadas a pagar extorsiones. Sin embargo, gracias a esfuerzos como Crime Stoppers Guatemala, el número de denuncias anónimas ha aumentado significativamente. Durante el 2024, las denuncias de extorsión a través de los canales de Crime Stoppers Guatemala incrementaron un 128.4 por ciento. Si bien no se cuentan con estadísticas precisas, las autoridades de la Policía Nacional Civil reportan un incremento significativo de investigaciones, allanamientos, y aprehensiones derivadas de las denuncias recibidas.

 

No obstante, hay un tema que preocupa profundamente y al que no estamos prestando la atención necesaria, ni como país ni como región: el incremento desmedido en la producción de cocaína por parte del narcotráfico a nivel hemisférico. Este negocio está en auge y nos afecta a todos. Para dimensionar el problema, tan solo en 2023 se registró un incremento de 1,000 toneladas, lo cual equivale al doble de lo que Colombia producía en todo 2015. A esto se suman aumentos menores en Bolivia y Perú, los otros dos grandes productores de cocaína, así como la aparición de plantaciones de coca a escala industrial en países como Ecuador, Honduras, Venezuela y Guatemala. Nos enfrentamos al mayor boom de cocaína en la historia. Aunque las incautaciones han alcanzado cifras récord en todo el mundo, incluyendo Guatemala, no logran equipararse al ritmo de producción.

 

En ese contexto, es motivo de reconocimiento que, a pesar de los desafíos internacionales, Guatemala continúe avanzando en temas de seguridad. Esto contrasta con la situación de países vecinos como Costa Rica, donde la violencia ha alcanzado niveles alarmantes. En los últimos años, Costa Rica ha registrado cifras históricas de homicidios, con 905 casos en 2023 y 880 en 2024, evidenciando una crisis que sigue sin resolverse.

 

Buscando construir sobre los logros, la actual administración también demostró avances en educación, como los esfuerzos de remozamiento de los centros educativos y recuperación de aprendizajes. En materia económica se han definido prioridades en una hoja de ruta cuyo objetivo es reforzar el perfil crediticio de Guatemala y alcanzar el grado de inversión. A nivel legislativo, se han aprobado leyes que favorecen nuestro desarrollo, tales como la Ley de Infraestructura Vial Estratégica y la Ley de la Policía Nacional Civil. Se debería reconocer también el fortalecimiento de los portales institucionales de transparencia, la mejora en la recaudación fiscal y el lanzamiento de la estrategia nacional de inclusión financiera. Procuremos no dejarnos deprimir por los aberrantes retrocesos en el Ministerio de Trabajo, el Ministerio de Comunicaciones y el tema de la movilidad y locomoción.

 

Ciertamente, Guatemala enfrenta muchísimos retos, y resolverlos requiere esfuerzos titánicos. Pero está claro que no estamos avanzando a la velocidad requerida. Para lograr un cambio significativo, será crucial que el gobierno, el sector privado y la sociedad civil trabajen de manera coordinada, priorizando las áreas que más afectan la calidad de vida de los guatemaltecos. Será necesario también cambiar nuestra narrativa y nuestra cultura, abrazando y reconociendo los logros, independientemente de la bandera política de la administración de turno. Solo con un compromiso genuino y acciones concretas podremos transformar los avances aislados en un progreso sostenido, demostrando que incluso en medio de la adversidad, el país tiene el potencial de salir adelante.