Mi padre, Sergio Paiz Andrade, era increíble. Era una persona entregada, visionaria y muy inteligente. Mi padre soñaba con una Guatemala más y mejor educada, un país vanguardista e innovador. Lamentablemente, una tragedia nos lo arrebató, dejando su labor inconclusa. Mi madre, mis hermanos y yo asumimos el reto de alcanzar ese sueño truncado. Creamos la Fundación Sergio Paiz Andrade (Funsepa) como un catalizador de prosperidad y desarrollo para todos los guatemaltecos. Hoy, en el aniversario número 20 de Funsepa, celebro los logros alcanzados a la vez que reconozco que debemos redoblar esfuerzos para estar a la altura de los retos que el futuro nos exige.

 

 

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Hace 20 años Funsepa emprendió un sueño ambicioso: transformar la educación en Guatemala apalancando la tecnología como catalizador de cambio. Durante este tiempo, Funsepa ha demostrado que dar acceso a una computadora transforma el nivel de la educación, fomenta habilidades, abre oportunidades y nos conecta con el mundo. Bien aprovechada, la tecnología educativa transforma vidas.

Los números no mienten. Y, aunque se dicen fácil, han requerido un esfuerzo titánico de miles de personas que han creído en este gran sueño. Un aula y un docente a la vez, Funsepa ha equipado más de 2,200 escuelas públicas con laboratorios de computación y ha capacitado a más de 95,000 maestros. Con ello, ha abierto un mundo de oportunidades y transformado la vida de más de medio millón de estudiantes. Cada municipio digital inaugurado, cada computadora entregada, y cada docente capacitado son testigos de que sí es posible generar un impacto medible en nuestro sistema educativo cuando trabajamos unidos y motivados por un poderoso sueño.

 

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Todas las computadoras que hemos entregado han generado un impacto en las vidas de los niños que la usan a diario como parte de su educación. Reconociendo el impacto directo, me atrevería a decir que el mayor impacto del innovador esfuerzo de Funsepa radica en poder causar un cambio de comportamiento a nivel de políticas públicas. En ese sentido, quizás el logro más significativo ha sido motivar a nuestras autoridades a adoptar aquellos modelos con impacto demostrado, como el de los municipios digitales. Este es un ejemplo de cómo la colaboración entre el sector público, iniciativa privada y las organizaciones no lucrativas puede generar soluciones reales para el desarrollo y crecimiento de nuestro país.

Sin embargo, al mirar hacia el futuro, no podemos ignorar una inquietante realidad: no estamos avanzando al ritmo que el mundo actual demanda. Aún son muy pocos los niños que egresan de la secundaria con la capacidad de sintetizar sus ideas en una presentación de Powerpoint. Aún trabajamos por completar el equipamiento básico y la conectividad del 100 por ciento de los centros educativos públicos de nuestra nación. Mientras tanto, una nueva ola tecnológica se avecina y nos exige apuestas aún más valientes. El advenimiento de la Inteligencia Artificial obliga una reflexión sobre las  competencias indispensables para la fuerza laboral del mañana. Como país, seguimos preocupados por la ola que ya nos dejó y estamos de espaldas ante el tsunami que se nos viene encima con la Inteligencia Artificial.

 

 

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En Funsepa, entendemos que nuestro rol es experimentar y empujar la frontera de lo posible. Hemos sido pioneros en demostrar que la tecnología genera un impacto real en la educación y en los niveles de aprendizaje. Pero ahora necesitamos que otros actores (en especial el gobierno) asuman el liderazgo para escalar y acelerar estos esfuerzos. Porque no basta con capacitar a algunos maestros o equipar algunos centros educativos, debemos garantizar conectividad y acceso universal a tecnología en todos los rincones de Guatemala. Debemos generar entornos educativos que fomenten el amor al aprendizaje continuo, que desarrollen la curiosidad y que estimulen la innovación.

Sabemos que los retos son enormes, pero también reconocemos el compromiso que el Ministerio de Educación ha demostrado al adoptar ciertas iniciativas como propias. El mejor ejemplo de ello es el esquema de municipios digitales y nos demuestra que, con una visión compartida, podemos extender la frontera de lo posible. Es fundamental seguir fortaleciendo esta alianza, para acelerar nuestra velocidad de ejecución y elevar nuestro impacto colectivo en los niveles de aprendizaje.

Guatemala puede y debe ser pionera en esta siguiente revolución digital. Ello requiere sumar esfuerzos y asumir compromisos concretos. Debemos actuar con sentido de urgencia, motivados por un sueño de un futuro más próspero para toda nuestra nación. Entendamos que no hacerlo también es una decisión, una decisión de condenar a nuestros hijos y nietos a un futuro cada vez más obscuro. Desde Funsepa, reafirmamos nuestro compromiso de innovar, de ser el laboratorio donde se diseñan y prueban las ideas, y de trabajar junto a nuestros aliados para llevar las habilidades del futuro a todos los niños y jóvenes de Guatemala.

Agradezco profundamente a cada aliado, cada donante, cada líder comunitario, cada alcalde, cada docente y cada padre de familia que ha creído en la labor de Funsepa. Agradezco a los estudiantes que han sabido aprovechar el fruto de nuestro trabajo. Agradezco a aquellos que creyeron en este sueño que un mejor país es posible si apalancamos el poder de la tecnología para mejorar la educación. Agradezco a los miembros del equipo Funsepa quienes se tatuaron nuestra misión en su corazón y quienes trabajan de manera incansable por la transformación digital de Guatemala. Sin su compromiso colectivo, estos 20 años de impacto no habrían sido posibles. Juntos hemos demostrado el poder de una idea inspiradora en manos capaces que la vuelven realidad.

Nuestra labor está lejos de estar terminada, pero estoy seguro que mi padre estaría muy orgulloso de ver lo mucho que hemos avanzado a lo largo de estos 20 años. Nos llena de felicidad el impacto generado y nos mueve el deseo por seguir transformando vidas. El sueño sigue vivo, el sueño por un futuro prometedor para toda Guatemala.