A Napoleón Bonaparte se le atribuye la frase “Vísteme despacio, que tengo prisa”. Por mucho que la funcionalidad de nuestro Congreso exige cambios perentorios, no por ello debemos apresurar el análisis riguroso que se merece cualquier reforma estructural. Algunos diputados quisieran embestirnos con una propuesta de reformas a la Ley Orgánica del Organismo Legislativo (LOOL), presentadas como la iniciativa 6445. ¿Son estas reformas apresuradas las que nuestro país realmente necesita?

 

Considero que, lejos de ser un paso hacia adelante, constituyen un revés hacia las viejas prácticas que el país ya rechazó y reformó en el pasado. En momentos en que más se necesita fortalecer la confianza en nuestras instituciones, estas reformas proponen cambios que pueden erosionar aún más la legitimidad del Congreso y fomentar dinámicas de poder que alejan a los diputados de los intereses ciudadanos.

 

La iniciativa 6445 ha generado preocupación entre diversos sectores. Aunque se presenta bajo el pretexto de mejorar la eficiencia del Congreso, un análisis detallado presentado por “la Alianza por un Congreso Eficiente” muestra que, en realidad, estas reformas nos alejan de esos objetivos de transparencia y efectividad legislativa, y nos conducen a recaer en los vicios del pasado.

 

Uno de los puntos más alarmantes es la flexibilización en la conformación y adhesión de los diputados a los bloques legislativos, lo que representa una forma elegante para referirse al transfuguismo. Esta práctica, en la que los diputados cambian de bloque legislativo sin respetar el mandato de los votantes, es un “robo” directo de la voluntad popular. Me explico: si yo voté por un partido y sus propuestas, no es aceptable que un diputado unilateralmente decida abandonar el bloque por el que yo lo elegí y luego opte por integrarse a otro bloque legislativo cuyas prioridades no coinciden con mis preferencias. Distinto sería si pudiésemos votar por una persona individual en lugar de ser ser obligados a votar por listado cerrado. Ante ese escenario, el transfuguismo es un robo del voto parlamentario de la ciudadanía. La propuesta de permitir que los diputados se muevan de bloque con mayor facilidad no solo atomiza el Congreso, sino que también hace más difícil la gobernabilidad, al tiempo que diluye la representación política.

Congreso Eficiente expresa preocupaciones por la iniciativa 6445

 

Por otro lado, la reforma plantea reducir de 30 a 8 días el plazo para que las instituciones entreguen información a los diputados. Aunque esto parece un esfuerzo por hacer más expedito el proceso legislativo, en realidad podría obstaculizar una revisión profunda de los datos solicitados, comprometiendo la calidad de las decisiones legislativas. No debemos sacrificar el rigor en la toma de decisiones por una falsa apariencia de celeridad.

 

Otro punto que propone esta iniciativa es la creación de un banco de propuestas ciudadanas. Esta idea es loable y, sin duda, fomentaría la participación ciudadana. Pero se ha diseñado sin los instrumentos técnicos necesarios para su aplicación. Esto no solo podría generar frustración entre los ciudadanos que depositan sus expectativas en estas propuestas, sino que también incrementa la carga de trabajo legislativo sin un rumbo claro. La participación ciudadana es vital, pero debe estar acompañada de mecanismos que garanticen su efectividad y que no se conviertan en una herramienta de frustración.

 

Por si fuera poco, las reformas proponen un aumento en las remuneraciones de los diputados y más beneficios, como un mayor número de asesores. En un país donde los salarios públicos ya son un tema sensible, resulta incomprensible que se busque incrementar las remuneraciones sin una justificación coherente o un análisis comparativo con otros funcionarios del Estado. Cuando mínimo, debemos darnos el tiempo para hacer el análisis cuidadoso que un tema como este amerita. Siendo que existe un claro interés personal de quienes serían beneficiados con su propio voto, debemos ser más exigentes y ejercer un rol efectivo como contrapeso desde la ciudadanía.

 

Finalmente, no podemos ignorar que estas reformas parecen responder a situaciones coyunturales y políticas inmediatas. Es peligroso que el marco legal se ajuste para responder a un escenario político de “el momento”, pues seguramente será pasajero. Además, esto podría comprometer la estabilidad y el equilibrio a largo plazo. Las reformas a la ley deben tener una visión de Estado, orientada al fortalecimiento de la democracia y no ser un instrumento para solventar disputas políticas de corto plazo.

 

En lugar de avanzar hacia un Congreso más eficiente y transparente, estas reformas, apresuradas y sin sustento, parecen llevarnos en la dirección contraria. El país necesita una agenda legislativa que responda a los desafíos reales que enfrenta la sociedad, que son muchísimos, no a los intereses de unos cuantos.

 

El Congreso de Guatemala se encuentra en un momento complicado y peligroso. La aprobación de estas reformas podría alterar profundamente el equilibrio de poder en el Congreso y comprometer la gobernabilidad del país. No podemos permitir que decisiones coyunturales marquen el rumbo de nuestro futuro. Es momento de exigir reformas que miren hacia el bienestar a largo plazo, no hacia intereses momentáneos. La ciudadanía debe estar atenta, porque el Congreso que hoy diseñemos es el que definirá la calidad de nuestra democracia mañana.