Se estima que nuestra economía tendrá una contracción de -4.1% en el 2020, la más fuerte en 38 años. La reactivación económica es un tema que debemos poner sobre la mesa. Sin embargo, esa discusión debe basarse en elementos técnicos y fundamentados.

La semana pasada el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), presentó el documento “Reactivar la economía protegiendo a las personas: una propuesta para mantener y ampliar el bono familia en 2021”. En su informe, Icefi propone transformar el actual Bono Familia a un ingreso mensual para hogares en condiciones de pobreza durante el próximo año. Icefi específicamente rechaza medidas como el desarrollo de infraestructura. Según estos analistas, la infraestructura “no tiene(n) la capacidad de mejorar rápidamente el bienestar de las personas más afectadas por la crisis, ni la actividad económica en los territorios y, ciertamente, contribuyen muy poco a crear condiciones para elevar la producción de las micro, pequeñas y medianas empresas del país, unidades económicas que generan cerca del ochenta por ciento del empleo nacional”. Me pregunto, ¿de dónde sacan ellos estos argumentos y cómo los fundamentan?

Bono Familia: Qué implicaría la propuesta del Icefi de extender la bonificación hasta 2021

La realidad es que hasta Cuba y Venezuela tienen más infraestructura que Guatemala. Así que esto parece que no es un tema ideológico sino simplemente el hecho de llevar la contraria. De acuerdo con datos de CEPAL, somos uno de los países de la región que menos invierte en infraestructura, 1.55 por ciento del PIB, y con apenas 1 metro de red vial por habitante. Esto contrasta fuertemente con la situación en países vecinos, como Costa Rica. Allí invierten cerca del 6 por ciento del PIB y cuentan con 8.7 metros de red vial pavimentada por habitante.

Nuestra infraestructura es tan deplorable que, en el Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial, sobresale como uno de los 5 factores más problemáticos para hacer negocios en nuestro país. Las micro, pequeñas y medianas empresas sufren esas deficiencias en infraestructura. La falta de infraestructura vial adecuada no sólo trunca su potencial de crecimiento, sino que también incrementa innecesariamente el costo de sus productos debido a la pobre logística, siniestralidad y pérdida de tiempo. Fundesa estima que, en Guatemala, la porción del costo del producto asociado a infraestructura es 29 por ciento, mientras que en países de la OECD es 9 por ciento, y en el resto de Latinoamérica es 18 por ciento. ¡Una diferencia abrumadora! ¡Un sobreprecio injusto que afecta principalmente a los más pobres!

Según el Banco Interamericano de Desarrollo, el desarrollo de infraestructura es vital para el crecimiento económico y la igualdad en América Latina y el Caribe. Sus servicios son clave para la competitividad de las economías y la calidad de vida de sus habitantes. Aumentar la inversión en infraestructura en 1 por ciento del PIB, incrementaría el crecimiento del PIB en 1.2 por ciento (la inversión se pagaría sola y tiene 20 por ciento de retorno) y podría reducir los niveles de pobreza extrema de 23 por ciento a un 18 por ciento en 5 años.

Requerimos de un nuevo modelo para desarrollar nuestra infraestructura a la escala y niveles de transparencia requeridos. El retorno del ex ministro de comunicaciones, Alejandro Sinibaldi, y su entrega a la justicia, nos recuerdan la rampante corrupción del sistema actual. Se requiere un nuevo sistema de contratación de Infraestructura que remueva los incentivos perversos que fomentan dicha corrupción.

Se entrega Alejandro Sinibaldi, sindicado de actos de corrupción y prófugo desde el 2016

 

El rechazo de Icefi a la infraestructura como motor de desarrollo me es incomprensible. La infraestructura no solo nos permitiría conectar todos los rincones de nuestro país, sino que también nos permitiría tener un mejor acceso a servicios de salud y educación, a la vez que se generan innumerables puestos de empleo. El sector construcción, después del turismo, es el sector económico que mayor huella económica tiene, lo cual se traduce no sólo en actividad en otros sectores, sino en empleos indirectos. Fuera del turismo, no existe otra industria que genere tanto derrame en la economía. No sabemos cuándo se reactivará el turismo, pero sí sabemos que hoy la pobre infraestructura es una de las quejas y detractores para lograr dicha atracción turística al país. En pocas palabras, podemos pensar en otras iniciativas para lograr la reactivación económica de nuestro país, pero ninguna agenda de reactivación estará completa sin incluir el tema de Infraestructura en una modalidad que asegure transparencia.

¿Por qué pelear contra una iniciativa que resolvería uno de los principales cuellos de botella para lograr el desarrollo incluyente de nuestro país? ¿Qué opinarán esas micro, pequeñas y medianas empresas sobre el nivel de urgencia en que debe de atenderse nuestro déficit vial? Nos invito a hacer una revisión de los datos y priorizar las iniciativas de reactivación según su impacto esperado. Ciertamente es momento de unirnos tras las grandes iniciativas de transformación nacional, y dejar atrás la polarización. Solo unidos lograremos los cambios que tanto necesitamos.