A inicios de los 90 hubo un presidente en Estados Unidos que, durante su campaña, popularizó la frase “es la economía, estúpido” (“It’s the economy, stupid”). Con esa frase, subrayó que la situación económica del país era la principal y obvia prioridad que debía ser atendida. Era la sentida carencia que la ciudadanía clamaba.

 

Treinta años después, esta frase se ajusta a la situación de Guatemala. Aquí, lo que la gente clama a gritos, es empleo. En ese sentido, pareciera que los ofrecimientos y promesas del presidente Alejandro Giammattei, son acertados. Es esperanzador escuchar en el discurso de toma de posesión un claro enfoque en dinamizar nuestra capacidad de generación de empleo como país.

 

Hoy nuestra economía solo logra generar aproximadamente 20 mil empleos formales cada año. Eso significa que tenemos un déficit de 200 mil jóvenes que entran a la fuerza laboral anualmente. 200 mil jóvenes que no tienen un empleo formal y que se ganan la vida a su suerte. 200 mil jóvenes que son presa fácil para la delincuencia. 200 mil jóvenes con un potencial totalmente desperdiciado. 200 mil jóvenes quienes, en su desesperación, optan por migrar a Estados Unidos.

 

No debería de sorprendernos entonces que somos el país del Triángulo Norte que encabeza las detenciones en la frontera de Estados Unidos. Según la Oficina de Aduanas y Seguridad Fronteriza de los Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés), durante el año fiscal 2019, 851 mil 508 personas (incluyendo menores no acompañados) fueron detenidos en la frontera de dicho país. De ese total, 264 mil,168 de los detenidos fueron personas provenientes de nuestro país. Superando a Honduras (253 mil 795) y a El Salvador (89 mil 811).

 

Durante años, miles de miles de chapines han buscado mejores oportunidades en Estados Unidos. La válvula de escape para el déficit laboral de nuestro país lo representaba la migración ilegal. Hoy esa olla de presión, en ausencia de una válvula de escape, corre el riesgo de explotar. Para evitarlo debemos buscar, con sentido de urgencia, generar condiciones para cerrar esa brecha de 200 mil empleos formales por año. La gran pregunta es, ¿cómo logramos que nuestra gente encuentre oportunidades de superación aquí mismo?

 

La respuesta, así como la frase de aquel presidente estadounidense, roza lo evidente. Debemos generar las condiciones adecuadas para que los emprendimientos pequeños y medianos florezcan en todo el país, se formalicen y así puedan ofrecer un empleo digno a miles de guatemaltecos. Afortunadamente existe una hoja de ruta trazada desde Mejoremos Guate. Esta se basa en un análisis técnico y minucioso, sobre los cuellos de botella que limitan ese florecimiento empresarial. La solución a tales cuellos de botella  (corrupción, procedimientos burocráticos, infraestructura vial, falta certeza jurídica, educación, etc.) redituaría en la generación de un mayor número de empleos.

 

Guatemala lleva años estancada. Los problemas no se van a solucionar por inercia. Debemos cambiar la lógica y el entorno de tal forma que podamos movilizar capitales, tanto deuda como participaciones accionarias, a una escala nunca vista. Como un primer y acertado logro de este gobierno entrante, justamente en esta línea, es la firma del acuerdo bilateral entre el ministro de economía, Antonio Malouf, y la Corporación Financiera para el Desarrollo de Estados Unidos (USDFC), para promover inversión y oportunidades en nuestro país. Recordemos que, aquí y en cualquier parte del mundo, las empresas son fuentes generadoras de empleo y los empleos dignos son la mejor manera de salir adelante.

Le deseo éxitos a esta nueva administración. Espero que comuniquen abiertamente su plan de trabajo y los resultados tempranos que vayan teniendo. Espero que nos entusiasmen con sus logros de tal forma que los ciudadanos podamos apoyar esos procesos de cambio y que se active nuestro enorme potencial. Ojalá no se quede en un bonito discurso, sino que, en los próximos cuatro años, podamos palpar esa ejecución focalizada y que podamos superar las metas de empleos creados.

 

En su discurso, el presidente Giammattei nos hizo un llamado que, a mi criterio, no podemos ignorar. Un llamado a la unidad. Un llamado a dejar atrás nuestras diferencias y a concentrarnos en nuestras fortalezas. Un llamado a que nos demos cuenta, de una vez por todas, que todos somos parte de un mismo equipo. Todos somos Guatemala y, como tal, solo juntos podremos llevar a nuestro país por un camino diferente.