Gabriela es psicóloga. Al inicio de su carrera trabajó en un hospital. Tiempo más tarde se convirtió en mamá y su vida cambió. Su patrono no le autorizó tener un horario de tiempo parcial (a pesar de que la modalidad de trabajo era flexible y lo permitía). Así que ella decidió renunciar. Los ingresos de su hogar se vieron fuertemente afectados por lo que pasaron un mal momento. Durante una temporada continuó buscando un trabajo de medio tiempo que le permitiera ocuparse de su hijo y su hogar, pero no lo encontró.

Como Gabriela hay muchas madres que necesitan trabajar para generar un ingreso estable, pero no tienen la disponibilidad para un trabajo de tiempo completo, sin desatender a sus hijos. También existen jóvenes que quieren estudiar para poder tener un mejor futuro, pero no encuentran un trabajo cuyo horario se acople a los horarios de clase. Ambos representan una fuerza laboral e intelectual para nuestro país que está siendo desperdiciada. De hecho, las mujeres y los jóvenes son la población que más sufre de desempleo. La tasa de desempleo en los jóvenes es de 4.2 por ciento y para las mujeres es 7.1 por ciento, lo cual contrasta con el 2.9 por ciento de los hombres. Estas cifras subestiman la realidad ya que en Guatemala existe un fuerte subempleo.

Es por todos ellos, madres/padres, jóvenes y demás personas en situaciones especiales, que la modalidad de trabajo a tiempo parcial es fundamental para el desarrollo de nuestro país. El objetivo de una ley de este tipo regularía el trabajo prestado por horas, para que se respeten los derechos laborales y se frenen los abusos. Ello fomentaría el acceso a un trabajo decente, reduciría el subempleo y desempleo, y facilitaría el acceso al mercado laboral de los trabajadores. Sin embargo, les estábamos vedando este derecho. A pesar de ser un importante compromiso de carácter internacional con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la regulación del trabajo a tiempo parcial ha recorrido un empinado camino en Guatemala.

Hace 25 años, en junio de 1994, Guatemala suscribió el Convenio 175 de la OIT. Desde entonces, no hemos cumplido con este importante acuerdo internacional que busca la dignificación del trabajo. Fue hasta 2013 que en nuestro Congreso se presentó la iniciativa 4648, “Ley Reguladora del Trabajo a Tiempo Parcial”. En enero de 2017 (¡cuatro años después!) nuestros legisladores aprobaron dicha ley, con 82 votos a favor y 54 en contra. De esta manera ratificaron el Convenio 175 de la OIT. Solo quedaba pendiente su reglamento para que este compromiso se pudiese cumplir de una vez por todas. Esto no sucedió. Luego de ser publicado, en abril de 2018, la Procuraduría General de la Nación rechazó esta reglamentación por supuestas contradicciones con nuestra Constitución. Con esta cuestionable decisión, nuevamente se le vedó el derecho a un trabajo digno a miles de guatemaltecos.

Pero, finalmente, nuestra suerte cambió hace una semana. El Ministerio de Trabajo publicó el pasado jueves el Acuerdo Gubernativo 89-2019, que avala las reglas para el cumplimiento del Convenio 175. Con ello nuestro país cumple un compromiso que adquirió hace más de dos décadas. ¡Mucho nos tardamos! Durante 25 años oprimimos a una parte de nuestra población que buscaba una mejor vida. Les impedimos el acceso a uno de los derechos más fundamentales, el del empleo digno. Esperemos que nuestras autoridades estén conscientes de lo importante de este avance y que no hayan más “peros” para la generación de empleos. Además, será importante que reflexionemos porqué nos tardamos tanto.

Ciertamente este es un paso más en la dirección correcta. Un paso que nos acerca a una Guatemala más desarrollada para todos. Como guatemalteco, agradezco y felicito a todas las personas que ejercieron liderazgo para que esta iniciativa caminara y también a aquellos que invirtieron su capital político para alcanzar este importante logro. Es de aplaudir que miles de guatemaltecos, como Gabriela, lograrán cambiar su vida para bien con esta ley. ¡Felicitaciones Guatemala!