En los años 50, Ray Kroc era un vendedor de máquinas que producían seis batidos de leche simultáneamente. Su producto era muy poco cotizado y no le iba muy bien. Pero un día lo contactaron desde California, ordenándole 8 máquinas. Kroc no podía creerlo. Curioso, viajó desde el estado de Illinois, a más de 3 mil kilómetros, para conocer a su nuevo cliente, nada más y nada menos que el restaurante de comida rápida McDonald’s.

 

¿Qué tiene que ver Ray Kroc con la infraestructura vial? Muchísimo. Sin Ray Kroc, McDonald’s no sería lo que hoy conocemos. Pero, sin una red de carreteras bien construida, Ray Kroc hubiese sido incapaz de ir a conocer el negocio de los hermanos McDonald. Jamás hubiese tenido la brillante idea que tuvo y hoy los 36 mil restaurantes McDonald’s que hay en todo el mundo, no existirían.

 

En Guatemala nuestra red vial deja mucho que desear. El estado de nuestras carreteras da pena y, para el colmo, somos uno de los países en el mundo que menos invierte en infraestructura (12.4 por ciento). Contamos únicamente con un metro de carretera vial por habitante. Esto contrasta fuertemente con los 4 metros en Panamá, y ni hablar de los 8 metros de Costa Rica o Brasil. Es más, al ritmo que vamos, nos tomará dos siglos llegar a los 50 mil kilómetros que necesitamos para lograr tan siquiera tres metros por habitante.

 

Una propuesta que pretende cambiar esta realidad es la iniciativa 5431, Ley General de Infraestructura Vial. Justamente ayer esta pasó la primera lectura en nuestro Congreso. Esta ley tiene como meta la construcción de 40 mil kilómetros nuevos de infraestructura vial en los próximos 20 años. Lo más importante de esta propuesta es la alineación de intereses ya que, sin implicar una privatización, engloba el diseño, construcción y operación (incluyendo mantenimiento) de las carreteras. Esto reduce las oportunidades de corrupción.

 

Invertir en carreteras es invertir en nuestro potencial como país. El FMI estima que un aumento del 1 por ciento del PIB en infraestructura vial, equivale a reducir en 5 por ciento la pobreza extrema. Tal como lo ilustra la historia de Ray Kroc, es imposible dimensionar qué tan lejos estamos del país que podemos ser. Imagínense, ¿cuántas personas optarían por hacer más turismo en Petén o en aquellos rincones escondidos en las Verapaces? ¿Cuánto más lejos podrían viajar las arvejas de ese pequeño agricultor de Chimaltenango? ¿Cuántas vidas podrían salvarse gracias al ingreso de insumos medico-quirúrgicos en aquel centro de salud abandonado en lo profundo de Izabal? Realmente no podemos saberlo, pero lo que sí sabemos es que hoy la infraestructura es la limitante más importante para nuestro desarrollo.

 

En algún punto de su campaña política, Alfonso Portillo dijo, “la gente no come con cemento”. Hoy podemos entender lo cortoplacista de aquella frase. La infraestructura es primordial para conectar a nuestro país, para generar desarrollo y para terminar con el círculo vicioso de la pobreza. Exijamos a nuestros diputados que apresuren la aprobación de esta iniciativa y que la aprueben antes de estas elecciones.