Hagamos una introspección. Regresemos a aquellos días de estudiantes, cuando sufríamos por los exámenes de álgebra o por aquél análisis literario del libro que, a la fecha, no hemos leído. Analicemos ¿realmente aprendimos algo valioso durante ese tiempo?

 

Justo eso analiza el Banco Mundial (BM) en su reciente informe sobre desarrollo mundial. Los hallazgos muestran que millones de estudiantes alrededor del mundo no están aprendiendo lo suficiente. Por ejemplo en las últimas evaluaciones de Ghana y Malawi, más del 80 % de los alumnos no pudieron leer palabras sencillas como “gato” al finalizar segundo grado. En las zonas rurales de la India, el 75 % de los alumnos de tercer grado no pudo resolver una resta de dos dígitos. Guatemala no es la excepción, 32% de los alumnos graduandos aprobaron la prueba de lectura y 9% de matemáticas. Claramente la situación del sistema educativo mundial es crítica.

 

Coincidentemente, hace unos días, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicó un estudio sobre crecimiento inclusivo en la región. Allí analiza la situación macroeconómica de ciertos países –entre los cuales está el nuestro- y presenta sus recomendaciones para alcanzar un mayor desarrollo. En ese sentido, el tema de la educación sale a relucir como una variable vinculante al crecimiento de toda nación.

 

Tenemos una ventaja: nuestra población es joven. Según estimaciones del BID la proporción entre fuerza laboral y población total de Latinoamérica incrementará hasta el 2035. Esto se debe a que, año con año, cada vez más jóvenes entran a edad laboral. En nuestro país (al igual que en Belice y Honduras) este incremento llegará hasta el 2045, una década más que en el resto de la región. A eso se le conoce como bono demográfico, una enorme oportunidad de crecimiento. Sin embargo, nuestro bono demográfico está siendo desperdiciado porque nuestra gente no está preparada para el mundo laboral. En parte, esto se debe a que tenemos grandes deficiencias en educación. De acuerdo con el BID, somos uno de los países que menos invierten en educación por habitante ($97), y estamos muy debajo del promedio regional ($225) y del monto recomendado ($326). Tales deficiencias también se reflejan en el estudio de Brechas de Talento de Fundesa, el cual evidencia una falta de recurso humano calificado y una capacitación técnica insuficiente.

 

El bono demográfico será una oportunidad de crecimiento media vez emprendamos acciones que “fortalezcan tanto el capital humano de la población como la eficiencia del mercado de trabajo”, con el fin de “vincular la oferta de habilidades de trabajadores con las necesidades de las empresas”. La mejora del bienestar de la población y la mejora de la economía del país, no es un proceso aislado, sino complementario. Un elemento clave en este proceso, sin lugar a dudas, es la educación de calidad.

 

Preguntémonos, ¿qué pasaría si aumentamos la inversión per cápita en educación? ¿lograríamos los cambios que necesitamos? No necesariamente. Análisis como el del BID y el del BM nos dejan muy claro que la escolarización no es sinónimo de aprendizaje. Entonces, ¿cómo logramos que el sistema dote a los estudiantes de las herramientas necesarias para ser exitosos en la vida? La recomendación del BM es trabajar en un agenda en común que favorezca el aprendizaje. Eso pasa por (i) medir mejor el aprendizaje, (ii) utilizar la evidencia para orientar el diseño de políticas públicas y (iii) alinear a actores clave para mejorar el sistema.

 

Para garantizar el éxito de este proceso necesitamos que esa reforma sea integral y, más importante aún, asegurar que cada quetzal adicional invertido en educación produzca un efecto desproporcionado en los niveles de aprendizaje. Debemos blindar los recursos de las “negociaciones extorsivas” de los pactos colectivos del sindicato de docentes, los cuales están totalmente divorciados de cualquier aprendizaje e indicador que nos asegure que vamos por la dirección correcta.

 

Como ven, no se trata solo de destinar más recursos a la educación, se trata de dotar a los niños y jóvenes con las herramientas necesarias para sacar este mundo adelante. Se trata de alcanzar una educación real, que aliente el aprendizaje. Recordemos que terminar con el ciclo de la pobreza pasa por activar nuestra economía, pero no podremos activarla sino contamos con personas preparadas para hacerle frente a esa titánica tarea.