Joviel Acevedo se encuentra de nuevo en el ojo del debate público. Hace unos días, el líder sindical exigió un nuevo aumento del 30% al salario de los docentes del país al haber superado los 180 días de clases. ¿Qué motiva la actual “negociación”? ¿Cuál debería de ser el modelo remunerativo ideal?

 

En sus declaraciones, Acevedo aseguró que los miembros del sindicato superaron los 180 días de clases durante este año, por lo que espera que se les “cumpla” con el aumento de sueldo exigido. Sin embargo, me parece que debemos revisar los datos, ya que, según la aplicación de Monitoreo de Cumplimiento de 180 días de Clase de Empresarios por la Educación, ese mínimo no se alcanzó. Aunque se alcanzara, recordemos que es obligación del sistema tener 180 días de clase efectivos para velar por el aprendizaje de los niños y jóvenes. ¿Cómo así que ahora se busca atar el aumento de sueldos a ese factor, el cual se debe de cumplir estrictamente y según ley? Cualquier aumento por encima del incremento en costo de vida, en cualquier otro ámbito, se basa en las condiciones relativas de mercado, así como los buenos resultados y productividad personal exhibida.

 

Todos los ciudadanos de este país somos parte importante de esta sociedad ya que, idealmente, contribuimos a su crecimiento. El policía que nos dio vía durante el tráfico, el repartidor de agua pura, el vocero de la esquina, los ejecutivos de un banco, el gerente de aquella mediana empresa que es reconocido por su buen trabajo, el emprendedor que arriesga su capital, etcétera. Pero la importancia de la labor docente seguramente supera cualquier oficio o labor, ya que ellos llevan a cabo algo de suma importancia: transformar positivamente la vida de la niñez y juventud guatemalteca.

 

El maestro está llamado a formar y, más importante aún, a inspirar a las siguientes generaciones. En las últimas décadas, su labor ha migrado ya que el mundo ya no es el mismo de antes. Hoy la memorización es cada vez menos importante y se vela más por las habilidades “suaves”, cuyo desarrollo depende de la modernización y adaptación de cada docente a estas nuevas prácticas. De esta manera, su rol ha pasado de ser un transmisor de conocimientos hacia tocar vidas y ayudar a los jóvenes a cumplir sus sueños y aspiraciones.

 

Justamente por eso, debemos buscar al mejor talento para que sean los maestros de nuestros niños y jóvenes. Parte importante de ello es ofrecerles salarios competitivos y dignos, que vayan de la mano con su rendimiento y con sus logros. Al reflexionar alrededor de esta idea, surgen en mí varias incógnitas, ¿cuánto es un sueldo competitivo relativo a otros puestos en nuestro país para alguien con este nivel de competencias? ¿cómo se pretende dignificar una profesión sin adoptar conceptos de meritocracia? ¿les parece justo que un docente que logra resultados superiores en sus alumnos y otro con demostrados problemas de desempeño e inasistencia, ganen lo mismo? ¿es justo que gane lo mismo alguien que habla un solo idioma que un docente capacitados en dar lecciones en 2 o 3 idiomas distintos?

 

Quiero dejar algo muy claro, no estoy en contra de los pactos colectivos o aumentos salariales. Los tratos o acuerdos justos, que velen por mejoras y exijan resultados, me parecen positivos y excelentes incentivos para salir adelante y crecer. Pero recordemos que toda negociación supone un beneficio derivado del intercambio para cada una de las partes. En este caso, debemos entender que el criterio de beneficio debe de ser el interés de aprendizaje de los niños y no el interés político de los agentes negociadores.

 

En este caso, el aumento salarial no debe ser un cheque en blanco, sino que debe de aprovecharse para introducir factores que incidan en la calidad educativa. Es inadmisible el falso supuesto de exigir un premio por cumplir lo mínimo exigido en ley. Por eso, debemos trabajar en soluciones de fondo, abrir un diálogo técnico hacia la dignificación de la profesión docente, que nos permita migrar hacia la meritocracia y alcanzar esquemas remunerativos competitivos. Nuestros maestros se lo merecen.