Hace un año el Presidente Jimmy Morales asumió el mando del gobierno a través de un proceso de transición pegado con chicle y recibió un país en condiciones precarias. Los escándalos de corrupción estaban a la orden del día, el sistema de salud colapsado, las arcas fiscales vacías y un sinfín de dificultades más. Como es costumbre, esta semana varios medios de comunicación y generadores de la opinión pública han compartido su “diagnóstico” de este primer año de gobierno. Estas son mis reflexiones al respecto.

 

Me parece prematuro calificar como negativa a la administración del Presidente Morales con tan solo un año de gestión. Las promesas que planteó eran realizables en un plazo de cuatro años, no necesariamente en 365 días. Contrario a lo que muchos han dicho, existen avances en temas como el rescate de la red hospitalaria del país, el ordenamiento de las finanzas públicas y el continuo avance en materia de seguridad ciudadana. Por ejemplo, según datos de la Policía Nacional Civil de Guatemala, la tasa de homicidios se redujo un 2.2% respecto al 2015, lo que se traduce en 27 homicidios por cada 100 mil habitantes. Cabe destacar que estamos ya a corta distancia de países como Colombia (24 por 100 mil). Otro alcance indiscutible, en un tema sensible para la población, es el hecho que el porcentaje de disponibilidad de medicamentos en la red hospitalaria ha incrementado en forma dramática a 87% (MSPAS).

 

Estoy seguro que la mayoría de guatemaltecos, incluyéndome, nos gustaría que se acelerara el ritmo al que se producen los avances. Sin embargo, no por madrugar se amanece más temprano. Implementar políticas públicas acertadas requiere tiempo, análisis profundo y dedicación. Correr para implementar ciertas políticas sin darnos el tiempo de realmente consensuarlas y de evaluar las posibles consecuencias imprevistas, es un error. En ese sentido, debemos estar agradecidos con el hecho de que el Presidente Morales ha logrado armar un buen equipo de trabajo y no se ha apresurado por poner en marcha planes mal concebidos. Tal fue el caso de nuestro país vecino, El Salvador, con su fallida tregua con las maras. Dicho plan hizo que durante el 2015 la tasa de homicidios alcanzara 115.3 muertes por 100 mil habitantes, una cifra alarmante. El simple hecho de no retroceder, derivado de improvisaciones es un logro relativo al de nuestros vecinos.

 

No todo es color de rosas. Las encuestas y los estudios técnicos afirman que lo que el guatemalteco necesita para salir de la pobreza es un empleo digno. Para que esas nuevas oportunidades de empleo florezcan, debemos acelerar el ritmo en que invertimos en la creación de nuevas empresas. Sin embargo, eso no sucederá sino abordamos los problemas de conflictividad, los ataques sistemáticos a la propiedad privada y la ausencia de coordinación entre actores de la cadena de justicia para asegurar el Estado de Derecho. A mi criterio, esa es la gran tarea para el 2017. La pregunta es, ¿cómo lo logramos?

 

La lucha contra la corrupción en el corto plazo ha representado un lastre al crecimiento económico. Sin embargo, en el largo plazo, por supuesto que es una inversión que se pagará con creces ya que abrirá espacio al crecimiento acelerado de empresas lícitas. Habrán otras variables de entorno, tales como la disponibilidad de infraestructura estratégica, que abonarán para lograr el florecimiento de nuevas oportunidades de trabajo. Hoy Guatemala es el país en América Latina que menos invierte como porcentaje del PIB en infraestructura. Eso quiere decir que la poca infraestructura que tenemos está deteriorándose por falta de mantenimiento y que además existe una ausencia de nuevos proyectos. Por tanto, cada vez se hace más caro trasladarse al interior del país, lo cual hace imposible la interconexión de nuestras ciudades. Prueba de ello es la tasa de inflación que existen en lugares como Alta Verapaz, donde esta alcanza ya un 8%, mientras que en la ciudad capital es 2%. Si queremos promover el empleo formal, digno y con todas las prestaciones de ley, debemos alterar radicalmente estas variables y fomentar el emprendimiento desde todos los actores y sectores.

 

Es bueno seguir siendo exigentes de nuestros gobernantes, pero también debemos calibrar las expectativas según el punto de partida. Sin duda el Presidente Morales tiene muchas promesas pendientes para cumplir en los próximos tres años, pero los guatemaltecos no podemos dejarlo solo en esta difícil hazaña. Cada uno de nosotros tiene un rol importante en la transformación de nuestra nación, ya sea en ser buenos vecinos, en desempeñarnos como empresarios o trabajadores honrados, estudiantes responsables, etc. Quiero exhortarnos a todos a que en los próximos tres años nos unamos en la búsqueda de una mejor Guatemala. Solo unidos construiremos una mejor nación.