Cuando escuchamos una sinfonía apreciamos como los diferentes instrumentos se unifican en una misma melodía. En los medios guatemaltecos se escucha un coro de voces interpretando una melodía de choque. Hablo de algunos de ustedes, apreciables columnistas, quienes interpretan composiciones polarizadoras y negativas, cada uno con su estilo y propias palabras, pero siempre siguiendo una misma partitura.

Recientemente varias columnas de opinión han captado mi atención. En ellas sus autores se han dedicado a estigmatizar el rol del sector empresarial convirtiéndolo en el pararrayos de culpabilidad de absolutamente todos los problemas que atañan a nuestro país. Me pregunto, ¿cuáles son las motivaciones que los lleva a regresar al tema de la polarización?

En los últimos años, Guatemala ha contado con un sector empresarial mucho más involucrado en el rescate y reconstrucción de nuestro país. Esfuerzos meritorios en el impulso de iniciativas como la firma del Primer Acuerdo Nacional sobre Desarrollo Humano en el Encuentro Nacional De Empresarios (ENADE) del año pasado, la reciente entrega de la Política Institucional Empresarial de Derechos Humanos al presidente Pérez Molina a finales de abril y la colaboración con la comunidad indígena en su próxima participación en el Foro de Pueblos Indígenas en Naciones Unidas esta semana, demuestran una considerable colaboración con distintos sectores y el apego a una partitura de desarrollo incluyente. Todo lo anterior es disonante con la cacofonía de comentarios de ciertos columnistas polarizadores.

Francamente, resucitar los fantasmas del pasado sin evidencia alguna es lo más contraproducente para el futuro de nuestra nación. Ya lo he mencionado anteriormente, el proceso de reconstrucción de país debe pasar por despertar un círculo virtuoso en el que, a través de pequeños acuerdos, se genere confianza y procesos de diálogo. Esto, poco a poco, hará que se alcancen acuerdos más ambiciosos que nos permitan ser la Guatemala que soñamos.

Acusaciones y comentarios irresponsables, que carecen de sustento, realizados por periodistas como Juan Luis Font, Gustavo Berganza, Marielos Monzón, Martín Rodríguez, entre otros, alimentan la polarización, despiertan pasiones y difunden mensajes de perpetuación de conflicto. Es allí donde está el problema. En primer lugar, no existe mérito alguno en la tesis que el sector empresarial no está interesado en un estado de derecho sólido, donde los derechos de todos los guatemaltecos se respeten por igual. En segundo, lejos de acercarnos en procesos de diálogo provocan la recaída ante el hábito del conflicto, algo que tanto daño le ha hecho a nuestra sociedad. ¿Es así como podremos reconstruir nuestra nación?

Lamento el grado de polarización al que llegó el reciente proceso de designación de Fiscal General. Ojalá podamos reencontrar ese diálogo que fue truncado por todas estas pasiones. Debemos reconocer que en Guatemala hacen falta manos. Aún no tenemos las bases de confianza ni capacidad de ejecución para llevar a cabo los acuerdos que nos hemos propuesto. Solo con el involucramiento de más personas, con ganas, entrega e iniciativa, podremos llegar a un mejor mañana.

El hecho que las instituciones empresariales, el gobierno y otros actores se tracen objetivos conjuntos alrededor de una agenda de desarrollo incluyente, lejos de ser criticado negativamente, debería de ser objeto de aportes constructivos. Para alcanzar un mejor futuro, debemos empezar hoy visualizando el cambio que queremos y viviéndolo con sentido de propósito para lograr esa nueva realidad. Si lo que queremos es que nuestro país avance, ¿qué sentido tiene revivir los mitos sin fundamento generados durante el conflicto?