“Electo nuevo TSE”, “Congreso integra TSE” y “Congreso elige a diez magistrados del TSE”. Esos fueron algunos de los titulares que adornaban ayer las portadas de medios guatemaltecos. Finalmente, después de un largo proceso, los 10 magistrados al Tribunal Supremo Electoral, cinco titulares y cinco suplentes, fueron electos en una votación rápida que se llevó a cabo dentro de una sesión de dos horas.

La ley de Comisiones de Postulación fue aprobada en junio de 2009. Con la elección del TSE se cierra el ciclo de designaciones que son regidos por dicha normativa. Este año aún nos quedan tres procesos más, por lo que es oportuno reflexionar y extraer aprendizajes de cómo mejorar. La ciudadanía guatemalteca acompañó a la Comisión Postuladora en el proceso y a diferencia instancias anteriores, el actual resaltó por su madurez y respeto mutuo. Organizaciones, como Guatemala Visible y Movimiento Pro-Justicia, aportaron sugerencias constructivas las cuales fueron adoptadas por la Comisión, apuntándole a ese objetivo común de fortalecer el proceso y velar por la meritocracia.

Sin embargo, como parte del proceso continuo de mejoras al sistema, debemos reconocer que hubo fallas, principalmente alrededor del criterio de reconocida honorabilidad. Cuando hablamos de honorabilidad, nos referimos a honradez, a rectitud de ánimo e integridad al obrar (RAE). Teniendo en manos la responsabilidad de organizar elecciones libres y transparentes en nuestro país, un magistrado al TSE debe poseer sin lugar a dudas esta cualidad, pero además que se le reconozca públicamente como tal.

El sistema de evaluación de reconocida honorabilidad falló tanto a nivel de la Comisión de Postulación como en el Congreso. La Comisión se escondió detrás del postulado que “todos somos honorables hasta que se demuestre lo contrario”. El mismo Código de Ética Profesional del Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala, instituye que “el abogado debe guardar la mayor consideración y respeto” hacia sus colegas, estableciendo que la fraternidad entre colegas “es una virtud que debe practicarse”. Enmarcados en un proceso que exige determinar en forma binaria si la honorabilidad es reconocida o no en cada individuo y que dicha calificación se haga a viva voz, los comisionados optaron por beneficiar a todos los aspirantes con este calificativo. Al llegar al Congreso, nuevamente se obvió el análisis de reconocida honorabilidad ya que primaron los intereses de representación de cada partido político ante el TSE.

El mecanismo de determinación de reconocida honorabilidad demuestra fallas. El actual diseño produce comportamientos que se alejan de la meritocracia. En futuras Comisiones de Postulación no podemos obviar la evaluación de reconocida honorabilidad, por lo que es importante replantearnos cómo se discute y evalúa este importante aspecto. Es urgente que pensemos colectivamente acerca de las modificaciones al proceso, con el fin de reincorporar este primordial criterio.

Guatemala como una Democracia en proceso de consolidación, debe constantemente buscar esquemas que permitan ir fortaleciendo sus instituciones. En “La República”, Platón propone que deben de gobernar los mejores, los más capaces y virtuosos y aquellos que han comprendido la esencia del arte de gobernar, sabiendo que supone dedicar su vida a servir. En aquellas sociedades donde los peores se adueñan de las instituciones, los procesos democráticos se convierten en un concurso por quién roba más. Es nuestra responsabilidad, como ciudadanos, rescatar el valor fundamental de la honorabilidad y que la misma se reconozca en quienes lideran cada uno de los elementos del andamiaje institucional de nuestro país.