La discusión de las drogas le ha dado la vuelta al mundo. Todos tienen sus propias opiniones y, muchos quizá, experiencias que los colocan en cierto bando. Más allá que si las drogas son buenas o malas, el eje del debate debe de ser profundo y respaldado por insumos técnicos. Además debe de tomar en cuenta los ineludibles daños causados por el crecimiento del narcotráfico, no solo en Guatemala sino en el mundo entero.

Kofi Annan, séptimo Secretario General de las Naciones Unidas y co-receptor del Premio Nobel de la Paz de 2001, recientemente participó en un panel sobre políticas de drogas en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, y dijo: “yo creo que las drogas han destruido muchas vidas humanas. Pero, las malas políticas de estado han destruido muchísimas más vidas”. El panel refleja que el debate sobre este complejo tema está abierto y que tanto las drogas como el narcotráfico son problemas serios que nos afectan a nivel mundial.

Como República Democrática, el Estado Guatemalteco ha sido organizado de manera que proteja la vida humana. Sin embargo el flagelo del narcotráfico pone en riesgo la seguridad e integridad de  los ciudadanos. ¿Cómo podríamos llegar a reducir el daño del consumo de drogas y las consecuencias imprevistas de las políticas que las regulan?

El debate lo hace aún más complejo el hecho que cada país afronta distintas facetas de esta problemática. Seguramente Colombia tiene más retos a nivel de producción versus una Guatemala cuyo principal reto es el área del tráfico, y que todos afrontamos crecientes consumos de substancias adictivas. Distintas alternativas de política pública difieren en la asignación de costos y externalidades entre países, a la vez los países difieren en su capacidad institucional para implementar ciertos mecanismos.

El tema es complejo y ciertamente hoy, en nuestro país no hay un consenso sobre las soluciones. Sin embargo, la semana pasada inicia una nueva faceta, dónde el Presidente Otto Pérez Molina presenta una Comisión Nacional para la Reforma de la Política de Drogas. Espero que dicha Comisión sirva para fomentar un diálogo constructivo y la formación de consensos durante los próximos meses.

La Comisión está integrada por siete personas: la analista de seguridad Carmen Rosa de León; la experta en materia de  planificación de políticas públicas, Elena Díaz Pinto; el experto en temas de seguridad y politólogo, Carlos Mendoza; el académico Daniel Hearing, junto con dos miembros del gabinete del gobierno, los ministros de Relaciones Exteriores, Fernando Carrera, y Gobernación, Mauricio López Bonilla, además de este servidor. Cada uno con sus propias formas de pensar y diversos conocimientos, pero con el mismo anhelo de servirle a Guatemala.

Por mi parte, como Vicepresidente de la Fundación para el Desarrollo de Guatemala (FUNDESA), he tenido algún acercamiento con el tema al ser líder de nuestra mesa de seguridad y justicia. He aprendido mucho al colaborar con la realización del estudio “Drogas, armas y efectivo”, un análisis y propuesta sobre cómo manejar esta crisis trilliza en Centroamérica. Por tanto, pienso integrarme a este ejercicio con la mente abierta para escuchar y aprender de otros expertos, además de comprender los pros y contras para cada escenario y para cada sustancia. Me sumo a este esfuerzo y asumo el compromiso de servir lo mejor posible en los intereses de Guatemala.

Me parece que Guatemala avanza al dejar atrás el silencio y el tabú del tema. Vale la pena explorar si existen maneras que ayuden a minimizar el daño total que causan las drogas y las políticas públicas que las tratan. No obstante será necesaria una política de estado, y no de gobierno, para encontrar soluciones viables y realistas que persistan más allá de este período presidencial. Así como en el Akido, el arte marcial moderno del Japón, sería interesante usar la propia fuerza de nuestro oponente para aprender de él y, eventualmente, vencerlo.