“Lejano”, “fuera de foco”, “irreal” y “desfinanciado”. Esos son tan solo algunos de los adjetivos que le he escuchado al proyecto de presupuesto 2014. El análisis del presupuesto no solo supone un examen de las cifras totales, sino que requiere profundizar ministerio por ministerio.

En general el proyecto de presupuesto 2014 se caracteriza por una sobreestimación de los ingresos tributarios (en más de Q1,000 millones), un aumento de los gastos de consumo (particularmente los rubros de remuneraciones), y una reducción de la inversión real directa. En contraposición, pareciera ser que las intenciones del aumento de recursos en ciertos rubros son buenas. Tal es el caso de la asignación para el Ministerio de Educación, con un incremento de Q1,677.3 millones. Según la UNESCO, al 2011 Guatemala estaba en el puesto 119 de 122 en inversión per capita en educación.

Ciertamente, con una población tan joven como la que tenemos en Guatemala, es importante que invirtamos más en educación. El 85% de los guatemaltecos piensan que la calidad educativa es buena. Sin embargo los resultados de las evaluaciones educativas no muestran buenos resultados, sino un sistema educativo deficiente. Según datos de la Dirección General de Evaluación e Investigación Educativa del MINEDUC, el logro en lectura en los graduandos del 2012 fue de 24.5%, mientras que en matemática de 7.3%. Cambiar esos resultados en educación, requiere que se prioricen las inversiones en este sentido.

Desde el 2002 el presupuesto asignado al MINEDUC ha aumentado en un 240%. Debemos preguntarnos, ¿producirá el aumento del 2014 una mejora en la calidad educativa de Guatemala? Las principales destinos de ese aumento son: (1) inversión en tecnología, con una meta de al menos contar con una computadora con conexión a internet por centro educativo, a lo que se destinó aproximadamente Q300millones,  y (2) el pago adicional a maestros derivado del pacto colectivo, lo cual supone Q1,200 millones.

Es de celebrar que el Ministerio invierta Q300 millones para abordar el analfabetismo digital que hoy afecta a 95% de la población estudiantil. No obstante, es cuestionable el aumento de Q1,200 millones en las condiciones salariales, ya que no garantiza una mejora en la calidad de aprendizaje e ignora por completo el desempeño en el aula del maestro.

No debemos ignorar el hecho que el sueldo base inicial de un maestro en su primer año (Q2,480 mensuales) ya es bastante similar al de profesionales con el mismo grado de especialización, por ejemplo alguien de diversificado. A partir del 4to año de ejercicio, derivado del “aumento por antigüedad” y según su nivel de especialización, un maestro gana por lo menos 28% más que el salario mínimo. Con el aumento contemplado del proyecto de presupuesto 2014, el diferencial será de un 38% más.

Me parece que es injusto que no hayan incentivos laborales para los buenos maestros, aumentando indiscriminadamente y a rajatablas, sin reconocer el rendimiento individual de cada docente. En mi opinión sería mucho más valioso para el sistema educativo de nuestro país premiar las buenas prácticas pedagógicas a través de incentivos bien merecidos. Dicha “dignificación del docente” sería una herramienta para lograr que aquellos educadores que se meten de corazón en su profesión, hagan posible el mejoramiento de la educación guatemalteca con su ejemplo y ejecución notable.

Invertir indiscriminadamente en sueldos no incide en el mejoramiento de la calidad de aprendizaje. Actualmente los alumnos no están aprendiendo lo suficiente y la mayoría de los maestros no están suficientemente preparados. Los resultados en pruebas de docentes optantes a plazas lo evidencian, mostrando un 50% de respuestas correctas en el área de lenguaje y 36% en matemáticas. Por tanto, las inversiones en educación hacia delante deben ir priorizadas a mejorar la profesionalización de los docentes, y no hacia aumentos que no vayan vinculados a los resultados reales en el aula.

La educación es una de las columnas que sostiene nuestra sociedad. Uno de los factores determinantes en la calidad de la enseñanza son los profesores, por eso es de suma importancia su profesionalización y formación. El maestro tiene apetito por superarse y lo que debería de ofrecérseles es esa posibilidad al invertir, como país, en su profesionalización y crecimiento.

Dedicarse a la enseñanza no es cualquier profesión, supone un tremendo reto y un gran honor al tener en manos la responsabilidad de educar a las futuras generaciones. No podemos permitir que el futuro de los niños se ponga en tela de juego por la lucha de ciertos intereses que, al final, culminan en una negociación sin consideración alguna a la calidad educativa o al aprendizaje real en el aula. ¿Quién vela por los intereses de los niños? Los aumentos presupuestarios en educación, que ciertamente deben de darse, deben ser enfocados y priorizados hacia la calidad educativa a través de la profesionalización docente. En un país con recursos limitados debemos invertir primero en aquellas intervenciones que tengan un impacto demostrable y técnico.