La semana pasada Fundación Telefónica y Empresarios por la Educación unieron fuerzas para poner sobre la mesa un tema que le está dando la vuelta al mundo: la innovación educativa impulsada por las tecnologías que trae el siglo XXI.

 En el foro se planteó el tema de la innovación en la educación como “un elemento diferenciador en el desarrollo de habilidades de la comunidad educativa”. Además, se contó con la presencia de fundaciones privadas, universidades y organizaciones sociales, quiénes compartieron las buenas prácticas en la incorporación de la tecnología como elemento propulsor de la enseñanza.

De tal cuenta, tres instituciones presentaron los proyectos en que han implementado herramientas de tecnología y conectividad para impactar en la mejora de la calidad educativa en Guatemala. Fundación Rose presentó “Colegio del Futuro”, la Escuela de Formación de Profesores de Enseñanza Media (EFPEM) de la Universidad San Carlos exhibió el Programa de Nivelación Virtual y la Fundación Telefónica, Aulas Telefónica.

Por un lado, la Fundación Telefónica y la Fundación Rose introducen tecnología y conectividad en escuelas públicas; la primera a través de la instalación de equipo informático y la segunda en la implementación de un programa educativo en tabletas Molvu.Edu, con funcionamiento offline y online, tutores en línea y otras herramientas. Por el otro, el programa virtual de EFPEM está dirigido a aspirantes universitarios que buscan adquirir los conocimientos mínimos para ingresar al nivel Universitario. Sorpresivamente, el Dr. Oscar Hugo López, director de EFPEM, relató que los registros indican que la mayoría de usuarios del portal son jóvenes entre los 14 y 17 años quienes no necesariamente son aspirantes a ser estudiantes en la USAC.  En otras palabras, jóvenes auto-motivados a aprender individualmente y adquirir conocimientos de contenidos avanzados.

Para el sector público es difícil innovar y experimentar. Es por ello que iniciativas como las anteriormente citadas, y otros esfuerzos meritorios como la labor que realiza FunSEPA (Fundación Sergio Paiz Andrade), están mejor posicionadas para modernizar el sistema educativo guatemalteco. Estos proyectos deberían definirse y entenderse como experimentos dirigidos.  Sin embargo, deben de estar sujetos a una evaluación constante, para que así pueda dimensionarse su impacto si llegaran a convertirse en las políticas públicas que ayuden a transformar la manera en que las futuras generaciones aprenderán.

Evaluar las condiciones e impacto al sistema es esencial para medir avances o retrocesos. Tal y como lo indicaba en el foro la Ministra de Educación, Cynthia Del Águila, “la evaluación nos debe dar información para ver cuáles son los cambios que necesitamos implementar” y, por ende, respuestas hacia qué innovaciones adoptar como política pública a nivel nacional. La innovación supone el fortalecimiento del sistema educativo y, sobretodo, el fortalecimiento de nuestra actitud. Si ambas variables aparecen en la ecuación, el resultado que obtendremos será un mejor país, con personas más competitivas y con más confianza.

Recordemos que la educación es la base de nuestra sociedad y, en pleno siglo XXI, la era de la tecnología, el conocimiento y el emprendimiento, la información debe de estar al alcance de todos. Ya no pueden haber excusas que impidan que una educación de calidad sea para todos. Proyectos como el de EFPEM nos demuestran la sed de conocimiento y ganas de auto superarse que muchos niños, jóvenes y adultos en todo el país tienen.

El mundo está en constantes cambios, debemos ser creativos y hacer las cosas de forma distinta para obtener resultados distintos y no quedarnos cada vez más rezagados. La educación es un catalizador de la transformación y nos puede ayudar a alcanzar la Guatemala con que todos soñamos. Apoyemos proyectos como estos, experimentemos con la tecnología para mejorar el futuro de la educación.