La educación es, sin temor a equivocarme, la inversión y el legado más importante que podemos dejar a nuestro país y a futuras generaciones. Una educación de calidad representa la forma más certera para mejorar el potencial de generación de ingresos de un individuo.

Mi abuelo decía que lo que no se mide, no mejora. Sabias palabras para un individuo que no tuvo mayor acceso a una educación formal ni pudo completar su primaria. Sin embargo, él entendía que las inversiones había que medirlas y supervisarlas muy de cerca para asegurar su crecimiento.

El refrán y su sabiduría intrínseca aplican perfectamente a las inversiones que hacemos como país en materia de educación. Guatemala invierte Q.10,745 millones anuales en Educación, equivalentes al 2.8 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB). Hemos avanzado mucho en variables como cobertura educativa a nivel de primaria, número de maestros por alumno e inclusive en años de escolaridad. Sin embargo, ocupamos la casilla 137 de 144 en el Índice de Capacidades Adquiridas del Foro Económico Mundial.

En México vemos cómo se invierten importantes sumas en educación. Allá, el porcentaje del PIB asignado al sector es del 5.3 por ciento. Invierten casi el doble como porcentaje, sin embargo, la inversión es desviada por intermediarios. Es por ello que ese país se sitúa tan solo en la casilla 124 del Índice de Capacidades Adquiridas.

La sutileza aquí está en que no solo se trata de medir, sino de medir las cosas correctas. Históricamente, hemos medido variables de insumo o variables mecánicas. Entre ellas, inversión total, números de maestros contratados y número de aulas construidas.

¿Cuales son esas cosas correctas?  El pasado 28 de mayo se lanzó el programa “Juntos por la Educación”, una iniciativa impulsada por fundaciones, empresarios, entidades internacionales y locales, organizaciones gremiales, academia y los medios de comunicación, con el acompañamiento del Ministerio de Educación. El proyecto establece tres metas prioritarias y medibles, a nivel municipal, que deberán alcanzarse en una primera etapa en el año 2016 y culminar en el año 2021. Más que medir insumos, busca medir resultados y calidad.

Como país debemos de invertir más en educación. Sobre todo por el grosor de la base piramidal que sitúa al 41.5 por ciento de nuestra población como menores de 14 años. Al hacerlo, debemos asegurarnos de evaluar los resultados de las inversiones adicionales para no caer en la trampa en que han caído países como México. Alcanzar las metas asegurará guatemaltecos mejor educados y preparados para enfrentarse a la vida y al mundo laboral y obtener un futuro más prometedor.

Nota: este artículo fue publicado el 3 de junio de 2013 en la revista Contrapoder.