Tras varios meses de campaña anticipada, entre protestas pacíficas y escándalos políticos, el pasado 2 de mayo el Tribunal Supremo Electoral dio el banderazo de salida a la contienda electoral 2015.

 

Aunque la temporada de elecciones ya haya iniciado oficialmente, existe un descontento generalizado en la población respecto a la política y los actuales candidatos. Los escándalos recientes abonan sobre una imagen negativa generalizada. Debido a ello, ha surgido un movimiento que invita a los ciudadanos a protestar a través del voto nulo y así hacer valer su descontento.

 

Sin embargo, ¿realmente están conscientes de lo que supone un voto nulo? En este tema, la ley guatemalteca es muy clara. En el artículo 237 de la Ley Electoral y de Partidos Políticos es voto nulo aquel que “no esté marcado claramente con una X, un círculo u otro signo adecuado, cuando el signo abarque más de una planilla, a menos que esté clara la intención del voto, o cuando la papeleta contenga modificación, expresiones, signos o figuras ajenas al proceso. (…)”. Contrario a lo que los promotores de esta idea sugieren, según nuestra legislatura, el voto nulo no tiene validez alguna.

 

Esto es muy diferente a lo que dice la ley de otros países, por ejemplo Colombia y Ecuador. En ambas naciones, la ley indica que un porcentaje considerable de votos nulos puede dar lugar a que las elecciones se repitan. En el caso de Colombia, la ley manda a que todas las boletas contengan un recuadro destinado al voto en blanco.

 

En Guatemala, aunque votar nulo aparentemente sea una forma de protesta, no es la más adecuada. Debido a que no es vinculante, lo único que logramos con el voto nulo es regalarle nuestro voto a quienes vayan en la delantera, no solo en la presidencia, sino también en la boleta de alcaldía y en los dos listados del congreso. Ante un escenario de un porcentaje considerable de empadronados votando nulo, tendrán más peso los votos efectivos. Sea cual sea el porcentaje de dichos votos efectivos, será esa minoría la que elija nuestros próximos gobernantes.

 

Por tanto, regalar el voto es quizá lo peor que podemos hacer para dar a conocer nuestra frustración. No solo estamos dejando nuestro criterio en manos de las masas, sino que además no estamos ejerciendo nuestro derecho a sufragio. En vez de empoderarnos en protesta, estamos logrando lo opuesto al plegarnos en sumisión, sin rendir queja alguna.

 

Guatemaltecos, nuestro país NO NECESITA boletas en blanco. Lo que nuestra patria necesita es participación ciudadana. Si queremos cambiar el rumbo, debemos actuar y no dejar esta crucial decisión en manos de otros. Debemos buscar la renovación política de Guatemala, particularmente a nivel del Congreso. Debemos privilegiar una nueva generación de políticos que busquen convertirse en verdaderos servidores públicos. Debemos ser muy exigentes con nuestro voto y no dárselo a quienes han demostrado ser parte de la cleptocracia enraizada de nuestro país.

 

Hagamos valer nuestro descontento con un voto pensado. Es necesario que nos informemos bien para elegir aquellos candidatos con planes de trabajo coherentes y realizables. Una mayoría de voto nulo es muy peligrosa para nuestra Guatemala, reflexionemos y analicemos nuestra decisión con detenimiento. Los exhorto a utilizar el voto válido como muestra de nuestra protesta y descontento. Renovemos la política al impedir que otros decidan por nosotros. ¡Arriba Guatemala!