Hace una semana tuve la oportunidad de participar en el conversatorio sobre la innovación educativa titulado “El sector privado y la ‘próxima educación’” en Washington D.C., organizado por la Cumbre Concordia en colaboración con el Banco Interamericano de Desarrollo.

Este coloquio se enfocó en el futuro de la educación. Para ello distintos actores, tanto de la sociedad civil, como del sector público y privado, aportaron diferentes insumos para ir estimulando un diálogo dinámico sobre cómo mejorar la educación. Cabe resaltar que el objetivo de este evento no fue debatir las dificultades actuales del sistema educativo en todo el mundo, sino poner en discusión posibles ideas y sistemas innovadores alrededor de los cuales el sector público y sector privado puedan trabajar en conjunto. De acuerdo con la filosofía de Concordia, ambos sectores deben sumar esfuerzos para potenciar sus recursos alrededor de una meta en común.

El mundo está cambiando cada vez más rápido, creando un ambiente mucho más exigente y competitivo. Sin embargo existe una brecha creciente entre las habilidades que los jóvenes poseen vs. las habilidades que los empleadores requieren en sus trabajadores. Hay evidencia que indica que cada vez hay menos concordancia entre lo que se estudia en Universidades y la demanda laboral. Además, por si fuera poco, es raro que ahora una persona ingrese a un empleo con la idea de quedarse en esa empresa por el resto de su vida. En Estados Unidos, prueba de ello es la cantidad de “freelancers” que existen y el hecho que, durante su vida, una persona tendrá entre 14 y 18 empleos.

El problema es que seguimos construyendo sobre un viejo paradigma de memorización y educación pasiva, en donde el maestro dicta y el alumno escucha. Esto solo nos hace preguntarnos varias cosas. Si hoy tuviésemos que pensar en un nuevo sistema educativo, ¿cómo lo diseñaríamos? ¿cómo acercamos la demanda por competencias laborales con la oferta que proviene del sistema educativo? ¿cómo nos preparamos para un mundo donde la tasa de cambio se está acelerando día tras día?

Encontrar el sistema “ideal” de educación es un objetivo efímero por ser tan cambiante. No obstante, lo que sí es seguro es que si hoy empezásemos a diseñar un nuevo sistema educativo para atender las necesidades del futuro, seguramente sería muy distinto al sistema que hoy se emplea..

Hoy tenemos a nuestra disposición una caja de herramientas muy distintas a las que los primeros impulsores de la educación tenían. Poseemos instrumentos que se distinguen por ser avances tecnológicos que van desde una forma distinta de distribuir contenido hasta crear una experiencia multisensorial. Poseemos novedosos sistemas “Big Data” que permiten la evaluación profunda y frecuente. Adicionalmente existen compañías para inversión educativa como Lumni, empresa pionera en el desarrollo  de sistemas para el financiamiento de la educación de personas con base en el potencial de su desarrollo futuro.

Sin duda alguna, aprovecharíamos a incorporar los avances tecnológicos para mejorar desde ya el sistema educativo. Independientemente del rediseño que debemos hacer en el largo plazo, es importante hacer un esfuerzo inmediato para aprovechar los avances tecnológicos y capturar esas victorias tempranas. Por ejemplo, usarlos para facilitar tareas administrativas que, además, liberen el tiempo del maestro para enfocarse en la docencia.

Quizá el sistema educativo mundial con el que contamos hoy fue el correcto en su momento, dada la demanda y la situación social que se vivía. Pero ya no lo es. En Guatemala nos saltamos casi directamente a la telefonía móvil sin cursar el camino de las líneas fijas. ¿Existirá la oportunidad de saltar directamente a un nuevo modelo de aprendizaje? Es necesario que analicemos si hay alguna manera en que, en lugar del gradualismo con miras a perfeccionar el actual modelo obsoleto, saltemos a un nuevo esquema de soluciones para las demandas que depara un futuro muy cercano. El futuro de nuestro país depende de la colaboración entre sector público y privado, para que así trabajen voluntariamente apelando a toda su creatividad y sus capacidades, hacia la resolución de este problema, quizás el más importante de todos.